La falta de ordenamiento territorial incide en las pérdidas energéticas que se dan desde las fuentes de generación hasta los medidores de los consumidores y eso resta eficiencia al sistema eléctrico nacional.
Según Javier Orozco, director del Centro de Planificación Eléctrica del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), otros países delimitaron sus ciudades y las personas no pueden construir fuera de esos límites; por tanto, no se les brindan servicios fuera de la urbe. En Costa Rica eso no se cumple.
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"Para medir la eficiencia en el país, necesitaríamos calcular kilómetros de línea de distribución por unidad de consumo. En ese aspecto, estamos bastante mal; tenemos grandes líneas que apenas atienden a cuatro hogares", detalló Orozco.
"Aun así, el porcentaje de eficiencia es bueno", agregó.
En Costa Rica, esas pérdidas están calculadas en un 10,8%, según datos de la consultora Enerdata, para el 2013. En América Latina, esas pérdidas representan el 14,9%, y en el mundo, en promedio, el 8,1%.
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"En esta cadena de transformación se da una serie de pérdidas que podría, eventualmente, ser objeto de reducciones, con lo cual se lograría una mayor eficiencia en la producción eléctrica y, por tanto, menores necesidades de generación para un mismo nivel de consumo", advierte el Plan Nacional de Energía 2015-2030.
Robustez del sistema. Por seguridad, el sistema eléctrico nacional multiplica sus líneas de transmisión para ganar robustez y así evitar apagones.
"Eso se hace porque si cae un rayo, entonces tenemos otra línea de respaldo que responde", explicó Orozco.
Si bien esas líneas de transmisión están diseñadas para llevar toda la carga, realmente están transmitiendo un tercio de su capacidad. Es decir, no se aprovechan al 100%.
Ahora bien, reducir las pérdidas por transformación y distribución no es una prioridad para el ICE, según dijo Orozco, pero sí se controlan para no sobrepasar ese 10,8%.
"Eso es producto de la calidad del servicio, porque, para brindar buena calidad, necesitamos un sistema de transmisión muy robusto. Nuestra preocupación no está tanto en reducir las pérdidas, porque ya es un valor satisfactorio, sino que está en mejorar la calidad y, entonces, por rebote, mejoramos la eficiencia", recalcó Orozco.
Consumo responsable. El otro componente de la eficiencia está en el consumo, y en esto, los ticos no se caracterizan por sus buenos hábitos de uso energético.
En muchos hogares prevalecen equipos obsoletos que incrementan el gasto eléctrico, electrodomésticos que permanecen conectados todo el día aunque no se utilicen y un comportamiento orientado al desperdicio.
Según el Plan Nacional de Energía 2015-2030, tampoco se cuenta con suficientes mecanismos para acelerar el cambio de equipos obsoletos por eficientes.
"Por otra parte, la incorporación de tecnología para el logro de mayor eficiencia puede significar, en algunos casos, un mayor costo que se traduce, por lo general, en mayores precios de los equipos más eficientes, en comparación con los menos eficientes", alerta dicho plan.
A eso se suma que la lista de equipos exonerados ha perdido vigencia y las regulaciones concernientes a la eficiencia de equipos están desactualizadas.
También hay poco interés por parte de las personas. Apenas 6.000 hogares se han suscrito a la tarifa residencial horaria (TRH) que ofrece la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL). Esto, aunque los ahorros en el recibo de la luz podrían ser significativos con tan solo planificar el consumo.
"Conforme tengamos medidores inteligentes, esos planes de tarifas diferenciadas se van a ir extendiendo y ya no dependerá de la conciencia ambiental del usuario; la reacción se va a dar porque se le toca el bolsillo", manifestó Orozco.