En la adolescencia la gran mayoría de mujeres puede quedar embarazada, pero ni su cuerpo ni su mente están en capacidad de llevar un hijo en el vientre.
En esa edad, ni la pelvis ni los huesos han terminado de formarse, por lo que es difícil sostener el peso del feto por nueve meses.
Por ello, la posibilidad de infecciones urinarias, males en los huesos, anemia e hipertensión son mayores. En las menores de 15 años la situación es peor: el riesgo de morir en el parto es cuatro veces mayor que el de las adultas.
Por otra parte, sus hijos se exponen a nacer prematuros, con bajo peso y malformaciones. Si la madre es menor de 15 años, el bebé tiene tres veces más riesgo de morir en el primer año de vida.
“El desarrollo juega una trampa. Desde la primera ovulación una mujer puede quedar embarazada, pero ni el cuerpo está del todo listo, ni la mujer está en facultades emocionales y de madurez para asumir la tarea”, dijo Angélica Vargas, ginecóloga, especialista en embarazo adolescente.
Un estudio del Hospital Calderón Guardia en la revista
Los médicos tomaron a 360 adolescentes embarazadas y vieron su salud y la de su hijo en el embarazo y después del parto.
Aunque los datos no pueden extrapolarse a todo el país (pues solo se hizo en un hospital), sí dan una idea de los principales riesgos.
“La idea fue comparar la situación de nuestras pacientes con un estudio que se hizo en adolescentes embarazadas en América Latina”, explicó Loretta Giacomin, ginecóloga a cargo del estudio.
En dicho investigación, en Latinoamérica el 4,7% de las jóvenes presentaron hipertensión, el 4,3% tuvieron infecciones urinarias, el 10,5% de los niños nació prematuro, el 10,2% tuvo bajo peso, y el 15,7% de los bebés murió antes de cumplir su primer año de vida.
“Los resultados nos muestran que, en general, en el Hospital tenemos mejores resultados que en el estudio latinoamericano, pero que sí son más comunes las infecciones urinarias y la anemia en las ticas. Esto puede deberse a que en otros países la atención prenatal no incluye exámenes tan periódicos”, dijo Giacomin.
Estas cifras superan a las de mujeres mayores de 20 años. Por ejemplo, en ellas la preeclampsia es cercana al 1,5%, los casos de infecciones son menores al 10% y la anemia si acaso llega al 4%.
“El cuerpo de estas chicas no es igual al de una de 25 o 30 años, que ya terminó de formarse, por lo que los riesgos son mayores. Por ello, hay más problemas cuanto más jovencitas sean”, dijo Rita Peralta, directora de la Clínica del Adolescente del Calderón Guardia.
“El bebé, por lo general, consume todos los nutrientes que necesita, y esto deja a la mujer con menos nutrientes. Por eso, también se les da atención nutricional”, añadió.
El estudio también halló que los riesgos para el bebé fueron mayores. El 13,3% nació prematuro, el 7,5% tuvo bajo peso al nacer y el 2,5%, muy bajo peso.
En las madres mayores, menos del 10% nace prematuro y el 5% nace con bajo peso o muy bajo peso.
“La mayoría va después del primer trimestre, y eso ya afecta su salud y la de su hijo”, afirmó Peralta.
Vargas considera que la llegada tardía es un problema grave.
“Hemos visto a muchachas que llegan después de la mitad e, incluso, al final del embarazo. A estas alturas, el bebé no recibió ácido fólico y eso lo pone en riesgo de espina bífida y otras malformaciones”, dijo.
El reporte del Calderón Guardia señaló que, pese a esto, el 94,4% de las muchachas va a citas de control en el primer trimestre del embarazo, mientras que datos del Ministerio de Salud dan un promedio nacional de 80,5%.
“Las citas de una adolescente son vitales porque abarcan mucho más: se da atención psicológica y nutricional”, manifestó Peralta.
Además, muchos de estos bebés no reciben lactancia materna.
“Muchas no amamantan a su hijo porque no pueden llevarlo al colegio. Un bebé con bajo peso que no se amamante no tendrá buena salud”, concluyó Giacomin.