La isla del Coco –en el océano Pacífico– goza de ‘muy buena salud’ y allí hay 36 especies marinas endémicas (que no existen en ninguna otra parte del mundo).
Además, se hallaron criaturas ‘nuevas’ que deben sumarse a la lista oficial de 1.100 especies marinas registradas.
Así lo reveló ayer Jorge Cortés, biólogo tico que encabezó la expedición de 14 científicos que este mes visitó el parque nacional isla del Coco en el barco Proteus, de la Fundación MarViva.
Según el investigador, los esfuerzos de protección han dado su fruto y el ritmo de recuperación de sus arrecifes de coral –devastados por el fenómeno de El Niño , en 1998–, es muy veloz.
“El impacto humano en la isla es mínimo, quizá el menor que se registra en un área protegida en todo el Pacífico”, dijo Cortés, director del Centro de Investigación de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad de Costa Rica.
Guillermo Mora, director del Área de Conservación Marina Isla del Coco, sugirió que esto se debe a buenas políticas de protección y al hecho de que es muy difícil accesar la isla y, por ende, el turismo es muy selecto y de bajo impacto.
“La mayoría de los visitantes que van son buceadores profesionales que pagan al día $25 y que son muy conscientes de cómo proteger el fondo marino”, expresó.
Según cifras del Ministerio del Ambiente y Energía (Minae), en el 2004 los visitantes dejaron más de ¢130 millones.
El viaje a la isla del Coco le cuesta a un turista nacional $2.000 (más de ¢1 millón).
A futuro. Para Cortés, aún es muy poco lo que se conoce de la isla y sus riquezas. “Nos tomará al menos un año procesar la gran cantidad de datos recolectados en los 10 días de expedición. En este primer intento de inventario podemos decir que la riqueza es simplemente extraordinaria”.
Al mediano plazo, las acciones de protección se enfocarán en dos vías. En el plano científico, los expertos continuarán el monitoreo de cinco sensores de temperatura colocados en los alrededores de la isla. Así como de trampas de sedimentación (botellas que recogen arena y plancton) que serán cambiadas cada seis meses.
Los expertos vigilarán también el crecimiento de los corales en 18 sitios ya seleccionados.
Desde lo político, se reforzarán las normas de protección para combatir la pesca ilegal, que es la mayor amenaza de la isla.