El alemán Karl Hoffmann llegó a Costa Rica en 1854 con la ilusión de explorar y recolectar especies naturales y en sus exploraciones descubrió más de 40, como el perezoso, la araña picacaballo, el pájaro loco y la planta navideña llamada pascuita, que hoy llevan su nombre.
Con el objetivo de reconocer esta valiosa labor, la Editorial INBio presentará mañana a las 7 p. m. en el Museo Juan Santamaría, Alajuela, un libro sobre su vida titulado Karl Hoffmann: naturalista, médico y héroe nacional.
Mañana a las 10 a. m. también se realizará un homenaje ante su tumba de mármol, ubicada en el cementerio General de San José.
Según Luko Hilje, autor del libro, este material rinde tributo a un hombre insólito que pasó los últimos cinco años de vida en el país y que se caracterizó por su entrega invaluable al naturalismo.
“Hoffmann es una lección de la convergencia en un solo individuo y muestra el compromiso social y cívico de un científico que dio la vida y amó a Costa Rica”, dijo Hilje.
Hoffmann recolectó más de 3.300 especies naturales y las envió a museos alemanes. Además, inventó, en 1854, la primera clasificación de la vegetación por zona de altura del país.
También participó como cirujano mayor de la Campaña Nacional de 1856-1857, en la que se estima que hubo 300 heridos y murieron más de 500 costarricenses. Se considera que su labor médica fue heroica al servir a un ejército sin recursos.
El doctor. Desde su perfil médico, Hoffmann destacó por su gran capacidad de observación e intuición. El 20 de abril de 1856 –luego de la batalla de Rivas– apareció el primer caso de cólera (por causa de la bacteria Vibrio cholerae, que ataca en los intestinos).
El 12 de mayo Hoffmann sacó dos boletines sobre lo que se podía hacer contra el cólera. Él desarrolló una esencia tónica que mezclaba con cítricos y vinos finos. Hoy se sabe que estos ingredientes debilitan la bacteria Vibrio cholerae.
“Lo que más impresiona de la vida de Hoffmann es la síntesis. Un quehacer tan próspero en una vida tan corta”, dijo Hilje.
Según datos de museos alemanes, Hoffmann recolectó más plantas que animales. El museo de Berlín fue bombardeado durante la II Guerra Mundial y allí se perdieron especímenes y registros. Por eso es muy difícil rastrear el total de descubrimientos.
Hoffman llegó a Costa Rica en 1854 con una carta del naturalista Alexander von Humboldt.
“Fue un enamorado de la naturaleza tica y soñaba con publicar un libro sobre la flora y fauna de Costa Rica. De ahí este libro”, destacó el autor Hilje.