San José
Rafael Guerrero lleva 26 años desarrollando sin apoyo estatal un sistema de producción limpio y saludable en su finca de Zarcero de Alajuela, y celebra, pero con algo de escepticismo, que ahora el gobierno quiera dar un nuevo impulso a la agricultura orgánica.
"Siempre hemos oído esa promesa, pero el gobierno nunca está cuando necesitamos ayuda", señala este campesino de 46 años, mientras atiende su puesto de ventas en la feria orgánica El Trueque, puesto que instala en barrio San Cayetano, en el sur de San José, cada sábado.
Al igual que Guerrero, más de 20 productores de zonas cercanas a la capital llevan ahí una extensa variedad de frutas, legumbres y verduras 100% libres de agroquímicos, para una clientela selecta.
Hace pocos días, el gobierno del presidente Luis Guillermo Solís, divulgó su intención de aumentar en un 22% el área de producción orgánica, al tiempo que anunció un proyecto de ley para prohibir la liberación de semillas transgénicas.
Guerrero, más conocido como "Rafa", no recibió apoyo para su esfuerzo pionero hace 26 años, pero entiende que sin una acción decidida del Estado la agricultura orgánica seguirá siendo una excepción, porque no muchos estarían dispuestos a afrontar las mismas penurias que él y su familia.
Rafa recuerda los tiempos lejanos en que él y sus hermanos regresaban a casa con náuseas y dolores de cabeza, en especial los días en que había que fumigar con plaguicidas.
"Vivíamos enfermos, sabíamos que los agroquímicos nos estaban matando. Mis padres pedían a Dios que encontráramos una manera de producir sin veneno", relata a la AFP.
Hace algunos años un japonés experto en agricultura orgánica ofreció un cursillo de una semana y con eso dejó sembrada la semilla: "Nos dieron los rudimentos y con eso nos lanzamos a la aventura".
"No sabíamos nada y no había quién nos ayudara, tuvimos que aprender a base de prueba y error y aún hoy seguimos investigando y experimentando por nuestra cuenta", asegura Rafa.
Patricia Rodríguez pertenece a otra familia de pioneros, que ha pasado muchos años experimentando no sólo la producción de vegetales sino también la cría de reses, cerdos y gallinas mediante prácticas orgánicas.
Su finca en una zona alta del noreste de San José es un sistema cerrado y autosuficiente gracias a los procesos de reciclaje de desechos orgánicos que, por sus propios medios, ha ido perfeccionando a lo largo de muchos años.
"El principal problema que tenemos es la falta de conocimiento de la gente sobre los beneficios de consumir productos libres de contaminantes. Ahí es donde el gobierno debería actuar para que más agricultores se animen", puntualizó.
Proceso de cambio. Otras 2.100 familias costarricenses, aglutinas en 130 organizaciones, han seguido el mismo camino, aunque todos juntos representan apenas una pequeña isla en el mar de agroquímicos en que se ahoga este país centroamericano, considerado la democracia verde de América Latina.
Según el Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas (IRET) de la Universidad Nacional, Costa Rica es el país de la región que consume más agroquímicos, unos 20 kilos de ingrediente activo por hectárea.
Numerosas investigaciones han establecido relaciones entre el uso intensivo de plaguicidas y la incidencia de enfermedades crónicas entre la población.
La gerente del Programa de Producción Orgánica del Ministerio de Agricultura, María Fernanda Reyes, aseguró que el gobierno tiene conciencia del impacto humano y económico de esta situación y el deseo de dar un giro.
"Se comprende que la agricultura orgánica no solo favorece la salud de la gente, sino que protege los suelos y las fuentes de agua y atenúa el impacto del cambio climático", indicó.
Reyes coincide con Rodríguez en que el principal obstáculo es la falta de educación: "La gente no está consciente de los problemas de salud y los impactos ambientales asociados al consumo intensivo de agroquímicos", señaló.
Además, muchos agricultores orgánicos se niegan a aumentar su producción porque temen no encontrar compradores, pero se ha probado que hay una demanda potencial que se frustra porque no hay suficientes espacios físicos en que pueda realizarse el intercambio.
"Trabajamos para lograr que productores y consumidores se encuentren y esto de un impulso a la agricultura orgánica. Asimismo, esperamos tomar las medidas necesarias para que los agricutores cuenten con más financiamiento y mejor asistencia técnica", concluyó.