Tres especies de ranas ticas, consideradas en peligro de extinción, se están recuperando.
Así lo confirmó ayer a La Nación el herpetólogo Gerardo Chaves, del Museo de Zoología de la Escuela de Biología de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Se trata de la rana de ojos naranja ( Agalychnis annae ), la rana de Warszewicz ( Rana warszewitschii ) y la rana de hojarasca ( Pristimantis caryophyllaceus ).
La rana de ojos naranja es endémica de Costa Rica y mide entre 6 y 9 centímetros. De día estas duermen pegadas a las hojas de arbustos cercanos a cuerpos de agua. De noche, cazan insectos.
Esta especie fue abundante en el Valle Central –desde Tapantí hasta las faldas del volcán Poás–, pero en la década de 1980 solo quedaron decenas de estas ranas en el laguito que está junto a los cocodrilos dentro del Parque Zoológico Simón Bolívar. Actualmente, estas ranas volvieron a verse en Alajuela, Heredia, Cartago y San José.
La rana de Warszewicz se reconoce por tener manchas amarillas en la parte trasera de los muslos, las cuales son visibles solo cuando el animal salta.
De ellas se habían dejado de ver sus renacuajos, que eran frecuentes en lagunas, ríos y quebradas.
“Era una especie muy particular en los años 90, pero comenzaron a desaparecer después de los 1.000 metros de altitud. Quedaron solo en tierras bajas y no entendemos porqué. Esta población es la que comenzó a crecer”, explicó Chaves.
Finalmente, la tercera especie que ahora goza de una mejor salud es una rana de hojarasca amarilla con hocico puntiagudo. Esta mide hasta tres centímetros de largo y vive en el bosque lluvioso. Ahí se alimenta y se protege de los depredadores.
Antes de la década de 1980 era muy común en zonas de menos de 1.000 metros de altitud, luego dejó de verse y ahora, es una especie frecuente, otra vez.
Explicaciones. Los científicos nacionales no tienen muy claro porqué las poblaciones de estas ranas habían decaído y por eso tampoco entienden bien por qué se recuperaron.
En el caso de la de ojos anaranjados, se cree que las de ahora son ranas que se hicieron resistentes a un hongo patógeno llamado Batrachochytrium dendrobatidis que es el que está matando a los anfibios en el país y en el mundo.
En el caso de las ranas de Warszewicz, se creía que la poblacíón había declinado porque en su hábitat –a más de 1.000 metros de altura–, el hongo patógeno es más letal. Sin embargo, el hábitat de ellas sigue siendo el mismo y por eso, los científicos no comprenden porqué la población se está recuperando ahora. De igual forma, los científicos desconocen la causa para que la rana de hojarasca amarilla experimente ahora una mejoría de su población.
En busca de nuevas respuestas ellos se plantean nuevos estudios que, entre otras cosas, sustenten científicamente la evidencia de que las especies de anfibios ya no están en peligro de extinción. “Estas son decisiones que se toman muy lentamente”, enfatizó Chaves.
Por un lado, la estudiante de la UCR Ileana Arguedas está analizando los individuos en etapa reproductiva de la especie en el Simón Bolívar. Ella busca determinar entre otras cosas el estatus poblacional de la rana verde de ojos naranja.
Además, los científicos nacionales trabajan en conjunto con expertos australianos que sugieren que la formación de microclimas que son hostiles para el hongo tóxico, podrían explicar la recuperación de las especies ticas y también las de Australia. En las próximas semanas se publicará un estudio en la revista Diversity and Distributions sobre este tema.
“Por ahora no hay coincidencias entre la biología o los sitios (alturas) donde viven las diferentes especies que pudieran resultarnos útiles para encontrar una respuesta al porqué se han recuperado estas poblaciones. En esto seguiremos trabajando”, concluyó el investigador Chaves, dándole crédito de esto también al científico Federico Bolaños y a Yolanda Matamoros, del Zoológico Simón Bolivar.