De aquí a ocho años, La Sabana será irreconocible. Al menos la mitad de los 6.498 árboles que durante los últimos 30 años han crecido en el mayor pulmón capitalino serán sustituidos por otros.
Un complejo plan de rearborización diseñado por el Instituto Nacional de Biodiversidad (INBio) logrará que en el parque metropolitano dejen de predominar los eucaliptos y los cipreses –especies exóticas–.
En su lugar, se plantarán más de 5.000 árboles autóctonos cuyos frutos servirán de alimento a las aves e insectos del Valle Central.
La idea es que a mediano plazo, cuando los nuevos árboles crezcan, en La Sabana haya un ecosistema biológicamente tan rico como el país.
“En 15 años podremos disfrutar de un bosque urbano en La Sabana”, declaró Alfio Piva, director ejecutivo del INBio.
Árboles enfermos. El plan Recuperemos La Sabana está a cargo del INBio, el Instituto Costarricense del Deporte y la Recreación y Scotiabank. Costará $1.200.000.
Para diseñarlo, más de 20 personas se pasaron los últimos nueve meses haciendo un inventario biológico del parque.
Midieron cada uno de los 6.498 árboles, determinaron su edad, su estado de salud y su esperanza de vida, y se encontraron con que 326 fueron maltratados, están enfermos o, incluso, muertos.
“El deterioro de algunos árboles es tan serio que puede incrementar la autopoda. Esto obviamente constituye un peligro para los usuarios de La Sabana a los que les pueden caer encima ramas o troncos”, explicó Piva.
Esos árboles serán los primeros en sustituirse, pero no los únicos. En total se pretende talar 3.262.
Por cada uno de los árboles que se corten se sembrarán dos. Al cabo del tiempo se espera que al menos 5.000 permanezcan en el parque, calculando que algunos de ellos no peguen o sean robados.
Algunos de los nuevos árboles serán frutales, otros maderables y muchos pertenecen a especies consideradas en peligro de extinción. Eso sí, todos serán ticos.
La riqueza biológica del parque está garantizada: “Actualmente hay en La Sabana 79 especies distintas de árboles (incluyendo nativas y exóticas), pero planeamos sembrar 134 especies todas autóctonas”, dijo el biólogo Tobías García.
Así, para el año 2023, cuando el bosque se haya consolidado, quien visite La Sabana verá únicamente unos 2.500 árboles foráneos y 5.000 nativos que estarán identificados con su nombre y sus características.
En sectores y por etapas. Los científicos consideran que marzo es el mes ideal para empezar a trabajar, ya que para entonces el suelo no estará anegado y soportará sin mayor problema el peso de las grúas que removerán los árboles.
Pero no hay que alarmarse: nadie se quedará sin La Sabana. El trabajo se hará en etapas sin clausurar el parque ni dejarlo pelado.
Para ello han delimitado seis sectores en los que trabajarán escalonadamente.
En los primeros cinco años el impacto visual será mayor debido a la extracción de árboles exóticos. “Para contrarrestar la diferencia, en esa etapa sembraremos árboles de crecimiento rápido, como ceibas”, explicó Piva.
En los siguientes tres años, se sembrarán árboles de crecimiento más lento y, luego, por siete años se supervisará el crecimiento del bosque y la adaptabilidad de la fauna que se espera disfrute del parque tanto como la gente.