París, Francia
Delegaciones del mundo entero regresarán el lunes a la ciudad de Bonn (Alemania) para una última semana de negociaciones antes de la conferencia mundial sobre el clima de diciembre en París, con el fin de reducir la distancia que las separa de un acuerdo para limitar el calentamiento global.
"El factor de fondo, el que me parece esencial y me vuelve optimista, es que casi todo el mundo aceptó el hecho de que el precio de la inacción es más elevado que el coste de una intervención decidida ahora", declaró el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que se mostró, no obstante, "preocupado" por la "lentitud del proceso de negociación".
El reto no tiene precedentes: ratificar por consenso el principio de una transición energética a nivel mundial para alejarse de las energías fósiles. Un paso que supone afrontar numerosos intereses industriales y estatales.
Los 195 países que negocian el futuro acuerdo se enfrentan a otro obstáculo: garantizar financiación para los Estados en vía de desarrollo, sobre todo los más pobres, con el fin de ayudarlos a preferir las energías limpias y a adaptarse a las consecuencias del cambio climático (infraestructuras, seguridad alimentaria, abastecimiento en agua, etc.).
Ante un alza de la temperatura media del planeta de 0,8ºC desde la era preindustrial -que ya se traduce por una reducción de los glaciares y una acidificación de los océanos-, la comunidad internacional quiere limitar el calentamiento global a 2ºC para evitar impactos dramáticos.
Casi 150 países, que representan cerca del 90% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, publicaron sus objetivos para reducir esa cifra. Sin embargo, sus compromisos sólo limitarían el alza de temperaturas a 3ºC.
"Seguimos lejos de los 2ºC, los países tendrán que revisar sus propuestas de aquí a 2020, fecha de entrada en vigor del futuro acuerdo de París", aseguró Celia Gautier, de la red Acción Clima, un conjunto de 900 ONG.
Etiopía, Marruecos o Costa Rica tienen objetivos considerados como ambiciosos, al contrario de los "malos alumnos": Canadá, Australia, Rusia, Japón o Turquía, y los países del Golfo que aún no anunciaron objetivos post-2020.
La situación ha cambiado desde la conferencia de Copenhague en 2009, y China, primer emisor mundial de gases de efecto invernadero (25%), "hace su parte del trabajo y envía buenas señales", con un desarrollo masivo de energías renovables e inversiones, afirman las ONG.
Aunque el esfuerzo global siga siendo insuficiente, Laurence Tubiana, la negociadora francesa, considera que se ha iniciado un movimiento de fondo. Tener tanto objetivos nacionales, que implican una previsión de la producción y del consumo de energía futuros es "inédito", según ella.
En paralelo a los compromisos de cada país, el texto debatido en Bonn, sede de la Convención de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, intenta fijar un marco general.
Se trata de incluir la subida de 2ºC en un objetivo a largo plazo para avanzar hacia la descarbonización de la economía, y de prever un mecanismo para revisar con regularidad los compromisos de los países y conseguir financiación para los Estados más pobres.