Costa Rica posee el 52,38% de su territorio cubierto por árboles y gracias a esto, sus bosques almacenan 2.950 millones de toneladas de carbono.
Para poder ilustrar esa cifra, se podría decir que el carbono que resguardan esos árboles equivale al agua que sirve para llenar 1.475 millones de piscinas olímpicas (50 metros de largo).
Este es uno de los resultados del Inventario Nacional Forestal (INF), iniciativa liderada por el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac) y financiada por el Programa Regional REDD /CCAD-GIZ.
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Esta es la primera vez que el país calcula sus existencias forestales, las caracteriza y evalúa el estado en que se encuentran. Entre lo que se calcula figuran las reservas de carbono.
Este concepto de carbono sirve para agrupar a seis gases de efecto invernadero (GEI) que suman al calentamiento global y, por ende, al cambio climático.
¿Para qué es útil? Conocer cuánto carbono se almacena en los bosques es clave para dimensionar la contribución que efectúa el país para combatir el cambio climático y diseñar estrategias para incrementar esa capacidad de captura y almacenamiento.
“También se puede analizar cómo se distribuye ese carbono en los diferentes componentes, donde es posible que sea fijado y cómo las variables del medio en el que crecen los bosques afectan la mayor o menor acumulación de GEI”, indicó Isabel Chavarría, coordinadora de Monitoreo Forestal del Sinac.
“Este inventario se convierte en insumo para establecer la línea base del mecanismo de monitoreo, reporte y verificación en el marco del Programa REDD, que forma parte de la Estrategia Nacional de Bosques y Desarrollo Rural, el cual contribuye, sin duda, a la política de carbono neutralidad que impulsa el país”, agregó el ministro de Ambiente y Energía, Édgar Gutiérrez.
Herramienta. Para el ministro, un bioestadístico y experto en biometría forestal, el INF constituye un instrumento científico que servirá a la toma de decisiones.
“Este inventario servirá de base para la planificación y ordenamiento de las tierras, mejorar el conocimiento y cuantificar las existencias forestales, así como fundamentar las bases científicas para el manejo sostenible de nuestros bosques”, destacó.
Esto es particularmente relevante cuando la meta es incrementar la cobertura forestal hasta alcanzar el 60% del territorio.
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“A partir de estos datos del INF, y sumándole una capa de información sobre tipología de ecosistemas, podríamos identificar en cuáles tipos de bosques tenemos deficiencia de cobertura forestal y así diseñar acciones para promover la reforestación”, explicó Gutiérrez.
Según Gutiérrez, una medida podría ser el favorecer la reforestación en el Valle Central para recuperar el bosque húmedo premontano, disminuido debido al crecimiento de las urbes.
Chavarría resaltó que, precisamente en los bosques húmedo- premontanos y los húmedo-tropical es que yace el 60% de las reservas de carbono. Una medida por considerar es favorecer la reforestación en el Valle Central para así recuperar el primer tipo.
Aparte de servir como sumidero de carbono, la recuperación boscosa traería beneficios como reducir el calor que emana del asfalto, favorecer la biodiversidad y evitar la escorrentía por lluvias.
Continuidad. El reto está en consolidar un sistema de monitoreo que repita el ejercicio cada cierto tiempo y así ver tendencias y medir el éxito de las acciones.
“Nos corresponde mantener los datos actualizados para que el instrumento sirva realmente a la toma de decisiones”, dijo Gutiérrez, quien califica es imperativo incorporar el INF al presupuesto ordinario del Sinac.
“Por eso es necesaria la reforma fiscal. Se necesitan recursos para trabajar”, dijo Gutiérrez.