Roma, Italia
La inseminación artificial, la nanotecnología o la secuenciación del ADN pueden servir para proteger a las especies en acuicultura y ganadería frente al aumento de las temperaturas vinculado al cambio climático, según científicos reunidos en Roma.
Una mayor temperatura del agua causa estrés en forma de calor y el aumento de agentes patógenos y nuevas enfermedades, reduciendo el crecimiento y la supervivencia de especies acuáticas, apuntó Panya Sae-Lim, del Instituto de Investigación en Alimentación, Pesca y Acuicultura en Noruega.
En una conferencia sobre biotecnología y adaptación al cambio climático en la sede de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Sae-Lim puso como ejemplos el abulón de granja (un tipo de caracol marino), cuya mortalidad ha aumentado en verano en Australia, y la tilapia, menos resistente a ciertas enfermedades.
Frente a la vulnerabilidad del pescado como consecuencia del calentamiento global, el experto señaló que el mejoramiento selectivo de las especies supone, por ahora, una opción limitada en acuicultura y que debería plantearse a largo plazo para ser rentable.
Por su parte, la profesora de la Universidad de Stirling, Sandra Adams, coincidió en que el cambio climático conllevará la expansión de enfermedades de los peces, por lo que recomendó avanzar en las pruebas de diagnóstico rápido y la obtención de vacunas.
Adams detalló que actualmente se están combinando distintos métodos para diagnosticar esos daños, así como que se está desarrollando nanotecnología y trabajando con la secuenciación del ADN.
El uso de vacunas ha supuesto la disminución en un 95 % de los antibióticos empleados desde 1987 en la producción de salmón noruego, remarcó la científica, si bien reconoció que no hay vacunas para todas las especies ni todas las que están disponibles funcionan perfectamente.
En ese sentido, destacó que sigue siendo prioritario investigar los riesgos para la seguridad, la relación entre los costes y los beneficios para los pequeños productores, y la protección a largo plazo.
El especialista en recursos genéticos animales de la FAO, Paul Boettcher, explicó que hay más de 8.000 variedades animales capaces de adaptarse a las condiciones ambientales locales y, aunque la lista se ha mantenido relativamente estable, los cambios drásticos en el clima pueden cambiar esa situación.
A su juicio, es posible controlar ciertos microclimas, pero el principal obstáculo para los productores pobres es que no se pueden permitir la inversión que eso requiere.
Entre las tecnologías con mayor potencial, Boettcher mencionó la inseminación artificial en los animales, que permite acceder a variedades mejoradas, introducir características genéticas de especies que faciliten la adaptación al contexto local e incluso eliminar la necesidad de mantener machos para su conservación.