Garabito, Puntarenas
Voluntariamente, varios ciudadanos dedicaron sus tierras a la conservación y, gracias a esto, el país cuenta con 82.205 hectáreas más de ecosistemas protegidos.
Estas personas forman parte de la Red Costarricense de Reservas Privadas, la cual cuenta con 220 miembros y este año cumple 20 años.
“Cuidar el bosque, parar a los cazadores y restaurar para que vuelvan los animalitos, eso es algo que hacemos de puro corazón”, comentó Rafael Gallo, presidente de esta red ambiental.
La mayoría de esos ciudadanos se agrupan en organizaciones sin fines de lucro o cooperativas. También hay propietarios individuales.
Ahora existen facilidades de crédito y apoyo a este tipo de proyectos, pero cuando muchos de ellos empezaron, los tildaron de “locos”.
Eugenio Gordienko fue uno de ellos. Cuando llegó al banco, cuenta su hijo Boris, le negaron el crédito porque su proyecto era de conservación y no agropecuario.
El banco le pedía vacas y no entendía cuando Gordienko explicaba que quería conformar un corredor biológico para enlazar tropas de monos.
“Por eso fue que optó por hacer un club social y reunió a 500 personas que creyeron en su sueño de vivir entre la naturaleza. Así empezó Punta Leona , al principio con tiendas de campaña”, relató Boris Gordienko.
Actualmente, la mayoría de esas iniciativas se encuentran en la provincia de Puntarenas (65,5%), seguidas por Alajuela (11%), Heredia (8,6%), Limón (5,6%), Cartago (5,3%), Guanacaste y San José (2% cada una).
Tampoco se requieren grandes extensiones de terreno para sumarse a esta red. El mínimo es dos hectáreas de bosque.
Eso posibilitó que Guiselle Sibaja ingresara a esta. La propiedad de Sibaja se ubica en cerro Adams, en Golfito. Sus 15 hectáreas colindan con la Reserva Forestal Golfo Dulce.
“Si todos conserváramos una o dos hectáreas, eso sería un éxito porque estaríamos ayudando al Estado a extender esa parte de parques nacionales y eso no quiere decir que no se pueda desarrollar”, dijo Sibaja.
Conectividad. Estas tierras en manos de particulares están en un 60% dedicadas a la conservación.
En el otro 40% se desarrollan actividades que sean compatibles con el bosque, por lo que muchos optaron por el turismo, la investigación y la agricultura sostenible.
“Por ejemplo, yo tengo 700 hectáreas de bosque primario y 100 hectáreas de potreros dedicados a agricultura sostenible, pero es ahí donde hago la restauración y, gracias a eso, ya estamos volviendo a ver jaguares, ocelotes y lapas verdes”, dijo Gallo.
Efectivamente, la cobertura boscosa ayuda a la biodiversidad y como estas reservas colindan con áreas silvestres protegidas, se favorecen corredores biológicos que evitan que los parques nacionales se vuelvan “burbujas biológicas” y pierdan sus funciones ecológicas.
Es más, Gallo considera que el país podría incrementar su cobertura forestal a un 60% (hoy es 52%) gracias a estas reservas.
Ejemplo para otros. Este modelo es observado de cerca por otros países y precisamente esta semana, Costa Rica es sede de un congreso.
El XI Congreso Latinoamericano de Reservas Naturales Privadas es organizado por la Red Costarricense de Reservas Naturales junto con la Alianza Latinoamericana de Reservas Naturales y el Instituto Costarricense de Turismo.
Se celebrará del 10 al 13 de noviembre en el hotel Punta Leona, en Puntarenas.
“Para Costa Rica es muy positivo ser sede del congreso, pues se le permite mostrar los resultados positivos y revisar experiencias que se deben mejorar”, comentó Gallo.