En Costa Rica, yendo a los sitios indicados, una persona puede observar alrededor de 100 especies de aves en un día.
Si se dedicaran dos semanas a ello, los pajareros podrían avistar entre 300 y 500 especies.
Los números parecen exagerados, pero si se toma en cuenta que existen 910 especies reportadas y, dado su pequeño territorio, este es uno de los países con más pájaros por kilómetro cuadrado en Latinoamérica, podría no ser imposible.
Eso motivó a un grupo de hoteleros a diseñar una ruta de aves, que permitiera orientar a las personas y dirigirlos a esos sitios.
El proyecto se llama Costa Rica Birding Hotspots y cuenta con el respaldo del Instituto Costarricense de Turismo (ICT), así como de la Asociación Ornitológica de Costa Rica (AOCR).
A la fecha, la iniciativa agrupa 10 hoteles y operadores turísticos: Selva Verde , Oasis Nature Tours y Cinco Ceibas en Sarapiquí, Savegre Lodge en San Gerardo de Dota, Macaw Lodge en Turrubares, Cristal Ballena en Osa, La Ensenada en Abangaritos de Puntarenas, Reserva de Bosque Nuboso Monteverde , Bougainvillea en Santo Domingo de Heredia y Rancho Naturalista en Turrialba.
La invitación está dada para quienes deseen sumarse, según manifestó Sergio Arias, asistente de Gerencia de Selva Verde Lodge y uno de los propulsores de este camino de aves.
Eso sí, estos deberán cumplir con una serie de requisitos como contar con una reserva privada o amplias zonas verdes abocadas a la conservación, estar ubicado cerca de áreas silvestres protegidas o corredores biológicos y tener una certificación de sostenibilidad como la Certificación para la Sostenibilidad Turística (CST) o Bandera Azul Ecológica, entre otros.
Anteriormente existió un esfuerzo similar, que enlazaba hoteles a lo largo del Corredor Biológico San Juan-La Selva. La iniciativa era coordinada por la organización Rainforest Biodiversity Group (RBG).
“Los recursos de ese proyecto se terminaron y las personas que estaban a cargo volvieron a Estados Unidos. Aunque el sitio web existe, la ruta está inactiva”, comentó Arias.
La idea, de acuerdo con Arias, es reactivar dicha ruta y, con ese fin, se encuentran en conversaciones con RBG. Eventualmente, este esfuerzo se añadiría a la nueva propuesta.
Al respecto, Andrew Rothman -foundador de RBG- desmintió que la ruta de aves del Corredor Biológico San Juan - La Selva esté inactiva.
"El proyecto sí está activo. Otros sitios y el RBG mismo están recibiendo visitantes y generando recursos de parte de nuestro proyecto", detalló Rothman a La Nación.
Sitios clave. La ubicación de estos 10 hoteles es óptima porque se encuentran en las Áreas Importantes para las Aves de Costa Rica (IBA), definidas por la organización BirdLife Internacional, por ser zonas de reproducción, alimentación, descanso, residencia o migración de especies endémicas, raras o amenazadas.
Además, estos hoteles están cercanos a áreas silvestres protegidas o corredores biológicos y, al contar con cobertura boscosa en su propiedad, facilitan el tránsito de especies hacia estas áreas.
Su ubicación también facilita la observación de especies por ecosistema: bosque seco, lluvioso, nuboso, premontano, húmedo y manglar.
Para Rose Marie Menacho, presidenta de la AOCR, la ruta facilita a las personas conocer la biodiversidad del país, a partir de una pequeña muestra.
De hecho, los hoteleros utilizaron el conocimiento científico acumulado por años, para diseñar esta ruta. Tomaron en cuenta listados de especies residentes y migratorias (así como endémicas), épocas de migración y zonas de alta diversidad.
Aunque existen itinerarios recomendados, la ruta es flexible y ayuda al turista a planear su recorrido, según sea su interés.
De esta forma, las personas pueden abocarse a conocer un ecosistema (por ejemplo, bosque lluvioso) o una muestra de distintos tipos de bosque. Incluso puede planear sus vacaciones en época de migraciones.
Beneficios. Entre el 20% y 30% de los turistas, quienes visitan Costa Rica, realizan observación de aves con equipo especializado.
“Precisamente, esta iniciativa busca fortalecer e impulsar la imagen de Costa Rica como destino de observación de aves de calidad mundial”, manifestó Arias.
Además, esta actividad atrae un tipo de turista que interesa al país porque concuerda con su imagen de ecoturismo. Los pajareros son personas educadas, aprecian los esfuerzos de conservación y realizan su visita en grupos pequeños.
“Este es un segmento de turismo que quizá no se ha considerado lo suficiente. El observador de aves es una persona muy educada, con recursos económicos y como viene a ver pájaros, por supuesto va a apoyar esfuerzos de conservación”, dijo Menacho.
Aunque durante todo el año se ven aves, hay especies específicas que solo se observan en una época del año porque son migratorias.
“La época de migración más fuerte se da entre agosto y octubre, meses que coinciden con la temporada baja de turismo. La mayoría de los europeos, por ejemplo, vienen en temporada baja y si logramos incentivar la visitación en este segmento en particular, pues se convierte una oportunidad tanto para las comunidades en lo económico como para los turistas porque pueden ver más especies de aves”, declaró Arias.
Los 10 hoteles sirven como vértices en una red que enlaza otros emprendimientos más pequeños y grupos comunales, como guías, boteros, transportistas y restaurantes.
“A nosotros nos pasa en Selva Verde. El pajarero se queda con nosotros unas tres o cuatro noches y aprovecha para visitar otros proyectos más pequeños que, aunque no están calificados como puntos calientes (hotspots), sí facilitan la observación de una especie particular. Además, los turistas también visitan los parques nacionales y otras áreas protegidas cercanas”, agregó Arias.
El beneficio no es solo para aquellos sitios que ofrecen observación de aves. La ruta facilita encadenar otras iniciativas de ecoturismo como cabalgatas, caminatas y paseos en bote, entre otros.
Existe otro punto positivo: los hoteles que formen parte de la ruta se verán obligados a invertir en investigación y conservación para poder mantener su imagen y así satisfacer las expectativas del público.
“Como el turista viene a ver aves, los hoteleros van a verse comprometidos a cuidarlas y asegurarse que hayan aves a largo plazo. También, este tipo de turista en alguna manera ayuda a educar a las comunidades. Los guías van a tener que capacitarse y estudiar mucho para poder dar el servicio a un público que también conoce mucho”, destacó Menacho.
Para Menacho, estos hoteles también deberán dar el ejemplo en cuanto a responsabilidad y exiguírsela también a sus proveedores.
“Me refiero a las prácticas que puedan tener los guías de turismo. El usar grabadores de sonidos para atraer aves, punteros para señalarlas pero la luz les da a las aves en los ojos, acosar nidos o alimentar a los animales son prácticas que aún desconocemos el impacto que tienen en el ecosistema”, dijo la presidenta de la AOCR.