En enero y febrero, tanto el cielo como las costas de Costa Rica sirven de puerto de entrada para espectaculares visitantes.
Aves, ballenas, delfines y tortugas llegan a nuestro territorio como parte de su ruta migratoria o porque este país reúne las condiciones idóneas para alimentarse o reproducirse.
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Los patos migratorios, por ejemplo, emprenden el regreso hacia Norteamérica y se dejan avistar en los humedales de Palo Verde, Mata Redonda, Corral de Piedra y Caño Negro.
Otras especies, más bien, aprovechan estos meses para empezar a formar una familia. Ese es el caso del jabirú, la cigüeña más grande de América.
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Puede vérsele construir nidos con palitos en los humedales y aprovechar el bajo nivel del agua en los ríos para pescar.
En la costa del Pacífico, la calidez y poca profundidad del agua atraen a la población de ballenas jorobadas del norte, las cuales viajan desde Canadá y Baja California en México hacia las costas de Guanacaste.
Bahía Santa Elena, Junquillal, golfo de Papagayo y Playas del Coco desempeñan funciones de dormitorio, pero también como sala de maternidad y lactancia, ya que la temperatura del agua favorece que el ballenato se desarrolle más rápido.
Esta especie de ballena da a luz en Costa Rica y aprovecha nuestras costas para enseñarle al ballenato a bucear, así como otras técnicas de nado que le serán útiles cuando se traslade a los sitios de alimentación ubicados en el norte del continente.
En estos primeros meses del año, la tortuga marina más grande del mundo también arriba a las playas del Parque Nacional Marino Las Baulas para desovar y, con ello, ofrece un show que puede disfrutarse en familia.
Esos son tan solo algunos ejemplos de los acontecimientos biológicos que ocurren en los primeros meses del año y están reseñados en el libro Grandes espectáculos naturales , publicado por Ojalá Ediciones.
En enero y febrero también se observa la reproducción de fragatas y quetzales, las migraciones de reinitas, chorlitos y correlimos, así como las agregaciones de mantas, falsas orcas y delfines, además de la anidación de las tortugas negras.
Calendario biológico
Dividido en tres capítulos, este libro da cuenta de 29 acontecimientos biológicos que ocurren en el país durante el año, aparte de brindar información sobre los lugares donde apreciarlos.
Asimismo, en él se especifican las condiciones meteorológicas en que suele suceder cada espectáculo, la dificultad y la probabilidad de observación.
El libro está disponible tanto en español como en inglés. Adicionalmente, cada ejemplar trae consigo un calendario desprendible que puede llevarse al campo.
“El libro sirve como una hoja de ruta para explorar Costa Rica a partir de su biodiversidad”, comentó Michelle Soto, quien es coautora del libro junto a Ernesto Carman, Luciano Capelli y Yazmín Ross.
Los autores contaron con el apoyo de científicos nacionales y extranjeros que realizan investigación en Costa Rica.
“Todos los espectáculos naturales que reseñamos están científicamente documentados a través de tesis, informes y artículos. Es más, un grupo de investigadores nos ayudó a revisar el contenido previo a la publicación para así cerciorarnos de que la información fuera la correcta”, dijo Soto, quien es periodista de La Nación.
Asimismo, Soto agregó: “Sin la labor de los científicos hubiera sido imposible saber que estos espectáculos ocurren en el país. Algunas personas quizá hayan visto delfines, pero muy pocos conocen el baile de cortejo que realizan los toledos. Costa Rica es un magnífico laboratorio para la ciencia y somos dichosos de contar con personas deseosas de estudiar su biodiversidad. Cuanto más conozcamos, más podemos disfrutarla y conservarla”.