París, Francia
Imagine una criatura tan perezosa que busca los alimentos en su propio pelaje y se mueve solo una vez por semana para defecar. Bueno, esa criatura existe y es un tipo de perezoso: el aí-aí, que habita las selvas latinoamericanas.
Después de estudiar el alcance del comportamiento ocioso de estos mamíferos arborícolas de tres dedos (Bradypus tridactylus), un equipo de biólogos estadounidenses reveló hasta qué punto estos pequeños animales hacen honor a su nombre.
Estos perezosos, naturales de las cuencas del río Amazonas y Orinoco, han perfeccionado en particular el arte de la inercia a través de una lenta danza cuidadosamente coreografiada con cierta especie de polilla, según un estudio publicado en la revista Actas de la Real Sociedad B.
Los perezosos habitan en el llamado dosel forestal, conformado por las copas de los árboles de un bosque, donde se alimentan principalmente de las hojas.
Una vez a la semana, sin embargo, descienden a defecar en el suelo, lo que los hace particularmente vulnerables a los depredadores y además les cuesta "alrededor del 8% de la energía que ingieren en un día", según este estudio.
¿Por qué se molestan entonces en bajar? Porque, al descender, las polillas que viven en su pelaje ponen sus huevos en las heces, donde las larvas se desarrollan antes de emerger como adultos y volar hacia la copa del árbol para unirse al resto de la colonia en el pelaje del perezoso, descubrieron los científicos.
Las polillas actúan como un tipo de fertilizante, potenciando los niveles de nitrógeno en el pelaje del perezoso, lo que a su vez estimula el crecimiento de algas. La estructura única del pelo del aí-aí, cuyas ranuras recogen una gran cantidad de agua de lluvia, permite que estas algas se reproduzcan.
Estas "huertas" de algas son "especialmente ricas en carbohidratos y grasas digeribles" y complementan la dieta del aí-aí, a base de hojas y muy poco nutritiva, según los investigadores.
Esa compleja simbiosis "refuerza los aspectos fundamentales de la conducta del perezoso y su historia de vida, y puede fomentar (su) pereza", indicó un resumen del estudio.
"Esta fuente desconocida hasta ahora de alimentos podría explicar por qué los aí-aí tienen tantas dificultades para alimentarse bien en cautiverio", señalan los investigadores.
"Además de la ingesta de nutrientes, también es posible que estos cultivos de algas aumenten las posibilidades de supervivencia de los perezosos al camuflarse de depredadores aéreos" en medio de la vegetación, agregaron.