El paso del huracán Otto por la zona norte modificó los cauces de los ríos Cuipilapa y Naranjo, en Bagaces, así como Bijagua y Zapote, en Upala.
Según Alexánder León, director del Área de Conservación Arenal Tempisque (ACAT), incluso Bijagua y Zapote son ahora cuatro metros más profundos y, en algunos sectores, se ensancharon hasta 300 metros.
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También, los ríos acarrearon sedimentos que irán depositándose a lo largo de la cuenca, lo cual variará la estructura de esta.
A su vez, el bosque perdió muchos árboles, generando claros en medio de la vegetación y acumulando materia orgánica que puede ser combustible para incendios forestales.
En otras palabras, Otto modificó el paisaje y esto propició su fraccionamiento, lo cual tendrá sus consecuencias en los ecosistemas y los servicios que estos brindan a las personas.
“Tenemos que evaluar cómo la modificación de esos cauces podría afectar el tránsito de algunas especies de animales. Ya no es lo mismo cruzar un río de cuatro metros de ancho a uno de 300 metros”, comentó León.
Entre los volcanes Miravalles y Tenorio se extiende un corredor biológico que favorece el tránsito de fauna como dantas, pero estas requieren de grandes extensiones de territorio para moverse.
A las dantas o tapires se les conoce como arquitectos del bosque. Al alimentarse de semillas, estos mamíferos van dispersándolas por distintos sitios a través de sus excretas, lo cual favorece la existencia de nuevas plantas y ese es un servicio que prestan al ecosistema.
Para determinar otros impactos del huracán sobre la fauna, guardaparques y biólogas del centro de rescate Las Pumas, ubicado en Cañas (Guanacaste), realizarán recorridos.
En la Zona Protectora Miravalles se dieron deslizamientos. Según León, aunque no existe un riesgo inmediato, sí hay que monitorear esos cerros.
En cuanto al Parque Nacional Volcán Tenorio, cuyo principal atractivo es río Celeste, se reportaron caída de árboles y suelos saturados de agua. Por ello, estará cerrado hasta hoy.
Los guardaparques de ACAT evaluarán el estado de las pendientes que se encuentran en el sendero de acceso a la catarata.
“En río Celeste, la afectación no resultó tan grande como nos la imaginábamos”, dijo León.
Fuera de las áreas silvestres protegidas, Alfredo Arias –dirigente comunal de Crucitas– reportó que el cerro sufre derrumbes y gran cantidad de árboles yacen en el suelo.
A lo largo de 13 kilómetros de camino entre las comunidades del Roble y San Juan, los vecinos informaron sobre la caída de árboles, algunos hasta arrancados de raíz y otros doblados.
“Da la impresión que a la zona hubiera entrado un gran ejército de sierristas a derribar la montaña”, comentó Guillermo Herrera, quien es uno de los dirigentes comunales del Roble.
“Es como si la naturaleza nos estuviera llamando la atención”, agregó Oldemar Durán, vecino de Pocosol de San Carlos.
Doble golpe
En el Área de Conservación Guanacaste (ACG), Otto se hizo sentir en el Parque Nacional Rincón de la Vieja, el Parque Nacional Guanacaste y el Parque Nacional Santa Rosa, tanto en el sector de la Casona como en Cuajiniquil.
Según Alejandro Masís, director del ACG, los caminos se vieron afectados por las fuertes lluvias e incluso ahora se observan sitios que siguen anegados.
La caída de árboles fue realmente importante en dicha área de conservación, la cual se caracteriza por resguardar uno de los ecosistemas más amenazados en los trópicos: el bosque seco.
“Al haber caída de árboles, la fisionomía del bosque cambia y al haber más claros en medio de la vegetación en bosques maduros, estos son aprovechados por especies propias de bosque secundario”, explicó Masís.
Asimismo, el agua y el viento derivados del huracán causaron que los árboles perdieran sus frutos. Para Masís, esto podría acarrear un impacto en la fauna.
Ejemplo de ello son los monos, los cuales obtienen la energía de estos alimentos.
Según Masís, todavía no saben cuántos nidos de aves se perdieron debido a los vientos y caídas de árboles.
Para ACG, este es el segundo golpe que recibe en el año. “Nos dieron un izquierdazo y luego un derechazo”, comentó Masís.
Los tres parques nacionales vienen de soportar una sequía de tres años, y el último de ellos fue el más crítico, debido al impacto del fenómeno El Niño.
Bajo su influencia, el país tiende a exacerbar sus condiciones, y eso quiere decir que el Pacífico se vuelve más seco.
“Tenemos varias especies que sufrieron mucho por la sequía y se registra una alta mortalidad de encinos, cedros amargo y nísperos”, manifestó Masís.
Bajo esas condiciones, y aunado a la irresponsabilidad de las personas, estos bosques se volvieron vulnerables a los incendios forestales, sumiendo al ACG en una de sus peores temporadas.
Empero, el año le tenía una prueba más a esos árboles que sobrevivieron: un devastador huracán.
Carrera al centro
Cuando Laura Rivera, directora del Área de Conservación Tortuguero (ACTO), vio –desde un sobrevuelo en avioneta– cómo quedó el bosque tras el paso de Otto; la imagen que se le vino a la mente fue como si a este lo hubieran peinado con carrera al centro.
“En algunas partes, el bosque quedó aplastado y eso que el huracán no pasó directamente por aquí”, comentó Rivera.
Las consecuencias que esto tendrá en el ecosistema aún están por determinarse, aunque los árboles servían de cortavientos.
La amplia pérdida de árboles fue generalizada en el Refugio de Vida Silvestre Corredor Fronterizo, Refugio de Vida Silvestre Barra del Colorado y Parque Nacional Tortuguero.
Esa caída de árboles también obstaculizó los canales de Barra del Colorado y Tortuguero, los cuales son usados por la fauna como zona de paso y son hábitat de especies como el manatí.
En cuanto al cerro Tortuguero, se reportaron árboles caídos en el sendero y en el mirador. Uno de ellos cayó sobre un sector de la baranda, causando un leve daño. “Pero es algo que se soluciona con soldadura”, señaló Rivera al diario La Nación .
Si bien los guardaparques retiraron los troncos y ramas del sendero de acceso al mirador, este estará cerrado hasta que la Dirección de Geología y Minas del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) realice una valoración del cerro.
“En uno de los sobrevuelos que hicimos, se nota un deslizamiento en una de las caras del cerro. Antes de operar un permiso de uso que estamos trabajando con la comunidad de San Francisco para que sean ellos quienes lleven turistas al cerro, sí quisiera que se evaluara el riesgo para que esto no vaya a representar ningún peligro”, aseguró Rivera.
Sur bajo agua
Aunque el huracán no pasó precisamente por allí, el Área de Conservación Osa (Acosa) sí sufrió su influencia.
Esta área de conservación abarca a los parques nacionales Corcovado, Marino Ballena y Piedras Blancas, así como el Refugio de Vida Silvestre Golfito, la Reserva Forestal Golfo Dulce y el Humedal Térraba Sierpe.
Según Mario Coto, director del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac), los principales impactos a los ecosistemas fueron derrumbes, caída de árboles e inundaciones.
Hasta el jueves, funcionarios del Sinac lograron ingresar al puesto de Sirena, en Corcovado, para auxiliar a sus compañeros que carecían de diésel y, por tanto, de electricidad, debido a las malas condiciones de los caminos.
“No podíamos entrar por tierra debido a la caída de árboles e inundaciones, ni tampoco por mar por el fuerte oleaje, ni por helicóptero por los fuertes vientos”, comentó Coto a este medio.
Las inundaciones también dificultaron el ingreso a los puestos de San Pedrillo y La Leona en Corcovado. En tanto, el camino hacia el Parque Nacional Marino Ballena está anegado.
Según Coto, Sinac está apoyándose en sobrevuelos para realizar valoraciones visuales del impacto que causó Otto en los ecosistemas naturales del país.
Esto orientará las acciones venideras, las cuales podrían incluir estudios en campo, así como intensos procesos de rehabilitación y restauración.
Colaboró el corresponsal Carlos Hernández