De ellos se dice que son solitarios, territoriales al punto de no tolerar a otro macho e incapaces de establecer relaciones sociales más allá de un encuentro casual con una hembra durante la temporada de reproducción.
Sin embargo, los jaguares macho que habitan la franja costera del Parque Nacional Tortuguero se encargaron de romper con esa idea al vérseles compartiendo espacio e interactuando entre sí, ya sea alimentándose de la misma presa, caminando, jugando o descansando juntos.
Así lo dio a conocer Stephanny Arroyo, investigadora de Global Vision International (GVI), quien desde junio del 2012 estudia la selección de hábitat por parte del jaguar ( Panthera onca ) en este parque nacional y su área de amortiguamiento.
Para ello, Arroyo cuenta con el poyo financiero de las organizaciones Panthera , The Rufford Small Grants Foundation , Idea Wild y el U. S. Fish and Wildlife Service .
Según Arroyo, la alta disponibilidad de tortugas marinas como fuente de alimento favorece el comportamiento social de los felinos porque ya no necesitan competir por comida.
“Hemos vistos a dos jaguares, Alex y Lucas, comiendo de la misma tortuga baula, sin ningún tipo de agresión”, comentó la investigadora a La Nación .
Jaguares en la costa. En los últimos 20 años se dio un aumento en la presencia de jaguares en la franja costera del Parque Nacional Tortuguero, el cual se ubica en Limón.
Eso la motivó a colocar 25 cámaras trampa dentro de los límites del parque, las cuales se activan con movimiento y permiten registrar la presencia de animales en ausencia del ser humano.
De esta manera, y desde entonces, las cámaras han captado a 22 individuos diferentes que son identificados a partir de sus manchas, las cuales son únicas y por eso fungen como huellas dactilares.
“Algunos son considerados residentes porque se reportan en la playa sin importar si hay o no tortugas marinas. Otros son considerados migratorios porque solo se reportan durante la temporada de anidación”, explicó Arroyo.
La alta presencia de felinos en playa se debe a la abundancia de tortugas verdes, las cuales –y ante la escasez de presas en el bosque como chanchos de monte ( Tayassu pecari ) y guatusas ( Dasyprocta punctata ) debido a la cacería– constituyen una fuente de alimento.
“Durante el pico de anidación, los eventos de depredación de tortugas marinas por jaguares se incrementaron, lo cual estuvo relacionado a una mayor presencia del jaguar en el hábitat costero”, señaló Arroyo en su tesis de maestría cursada en el Instituto Internacional en Conservación y manejo de Vida Silvestre (Icomvis) de la Universidad Nacional (UNA).
Ahora, los jaguares no representan una amenaza para la salud de la población de tortugas, ya que estos depredaron menos del 1% de los quelonios que llegaron a la playa de Tortuguero en el 2012.
Tampoco son una amenaza para las comunidades que viven cerca del parque nacional ya que los jaguares se concentran en el sector más alejado, precisamente porque allí no hay presencia de seres humanos quienes podrían convertirse en sus depredadores.
Para Arroyo, este aumento en la presencia de jaguares no debe verse tampoco como una oportunidad para desarrollar un turismo de observación de felinos.
“En el sector de playa donde se encuentran solo se permite la investigación. Si se permite que empiecen a llegar fotógrafos o turistas, no solo se puede afectar el comportamiento de los animales sino que también es peligroso porque son felinos que están cazando o pueden ser hembras con crías”, comentó Arroyo.
La segunda etapa del estudio continuará este año.