Los arrecifes de coral y manglares funcionan como barreras frente a huracanes.
Por eso, Costa Rica le apuesta a la naturaleza para lidiar con el cambio climático, y así lo refleja su versión de Contribución Prevista Nacionalmente Determinada (INDC, por sus siglas en inglés), documento que el país ya presentó ante la Convención de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Antes de diciembre, todos los países signatarios de la Convención deben presentar sus INDC. Estas son metas de reducción de carácter obligatorio que entrarían a regir con el acuerdo que sustituirá al Protocolo de Kioto a partir de 2020.
Costa Rica se ubica en una de las regiones más vulnerables; por ello el Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) decidió incluir medidas de adaptación en su INDC.
Gestión de riesgo. Las medidas de adaptación que Minae propone se vinculan a la Política Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres 2016-2030, la cual fue diseñada en conjunto con la Comisión Nacional de Emergencias, debido a que, entre 2005 y 2011, los eventos climáticos extremos causaron daños por $1.130 millones (esto solo en cuanto a perjuicios directos).
El 78% de las pérdidas corresponden a obras públicas: infraestructura vial, eléctrica, agricultura y vivienda. Para el 2030 se calcula que ascenderían a más de $7.000 millones, y para el año 2050 llegarían a $30.000 millones.
En este sentido, el país apostará al ordenamiento territorial. Para 2020, por ejemplo, los cantones costeros deberán contar con planes de ordenamiento que contemplen su vulnerabilidad al cambio climático, así como medidas para reducir emisiones y otras para adaptarse a las nuevas condiciones que se presenten.
Aparte de protegernos ante eventos climáticos extremos, los ecosistemas naturales son reservorios de agua, uno de los recursos más amenazados por el cambio climático. Por ello, y para el 2030, el compromiso de Costa Rica es subir la cobertura, mantenimiento y sostenibilidad de los sistemas de alcantarillado sanitario y pluvial hasta un 90%.
También se prevé aumentar la cobertura forestal para pasar del 52,4% del territorio a 60%, pues gracias a los árboles se protegerían los acuíferos.
Con ese propósito se fortalecerán los programas de conservación, se ampliará el Programa de Pago por Servicios Ambientales y se impulsará un manejo integrado del paisaje, mediante sistemas agroforestales (cultivos agrícolas con árboles) y el manejo de las cuencas hidrográficas.
Listo en 2018. A este concepto que utiliza la naturaleza para lidiar con los impactos del cambio climático, se le conoce como adaptación basada en ecosistemas.
Este integra el manejo sostenible, la conservación y la restauración de espacios, con el fin de que la naturaleza siga proveyendo servicios ambientales, como lo son la protección de acuíferos y la purificación del aire.
El Minae ya trabaja en el Plan Nacional de Adaptación, que estaría listo en el 2018.