Los perros son exploradores por naturaleza. Al ser cánidos y descender del lobo, estos animales salvajes se organizaban en manadas para recorrer 25 kilómetros diarios en busca de alimento y opciones de refugio.
Con la domesticación, el ser humano se convirtió en la manada del perro y los paseos con correa sustituyeron esos largos periplos. Sin embargo, estos siguen siendo vitales para descubrir territorios.
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“Por eso, es muy importante que los paseos sean por diferentes sitios, porque al perro le interesa explorar. Podés tener dos hectáreas de terreno, que el perro se va a pasar cerca de la casa, aburrido. Lo que necesita es estimulación sensorial”, comentó David Peiró, etólogo canino y director de la Fundación Fogaus.
Los paseos de exploración suponen el 20% del tiempo de la caminata (el 80% debe destinarse a ejercicio). Estos son más libres porque el dueño, sin dejar que el animal tire de la correa, lo deja que vaya al frente oliendo y curioseando.
“Es importante dejar que el perro exprese su comportamiento natural”, manifestó Melania Gamboa, médica veterinaria y gerenta de Programas Veterinarios de la organización Protección Animal Mundial.
Esa exploración constituye su red social, es como el Facebook de los perros. Gracias a esta, ellos saben quién está cerca como lo mostraría el Tinder (aplicación para encontrar pareja) y dejan su marca como cuando se hace check in en Foursquare (red de geolocalización).
Salir a caminar también ayuda al can a liberar energía y a calmar la ansiedad. Eso repercute en su salud mental, ya que un perro aburrido podría padecer de desequilibrio psicológico. Asimismo, y gracias al gasto energético, el can se comportará mejor en la casa y no hará tantos destrozos.
Hora de jugar. Los paseos y, sobre todo el juego, fortalecen el vínculo entre dueño y mascota.
Los perros son animales altamente sociables. Evolucionaron para ello como mecanismo de supervivencia: al consumir presas más grandes en tamaño, hicieron de la colaboración un método de caza y, por eso, la manada es lo máximo.
Jugar con la mascota permite consolidar ese sentido de manada y, al igual que sucede con las personas, hay cosas que se aprenden mejor jugando, entre ellas, socializar y las normas de conducta en esa manada, como el establecimiento de jerarquía.
“La forma de jugar con ellos no debe ser brusca. No debemos jugar con violencia con las manos, ya que podría acostumbrarse a morderlas y podría generar agresividad”, aconsejó Peiró.
Jugar con otros perros también les ayuda a interactuar y a acostumbrarse a estos y a otros animales, y previene conductas agresivas. Por eso es importante socializarlos desde cachorros.