El Ministerio de Ambiente (Minae) favorecería la captura del pez león en el Caribe, de manera que los pescadores artesanales ayuden a controlar su población.
Al ser carnívoros, estos ejemplares se alimentan de otros peces como pargos, así como de langostas, camarones y cangrejos; todas, especies comerciales apetecidas por los pescadores de la zona caribeña.
Según Héctor McDonald, presidente de la Asociación de Pescadores Artesanales del Caribe Sur, con la llegada del pez león, la captura de langosta y pargo seda disminuyó en un 80% y eso refleja su impacto en el ecosistema.
“Esta es una especie invasora, que no tiene depredador y nos está afectando ambiental y económicamente porque devora especies de interés para la pesca”, agregó José Lino Chaves, viceministro de Agua y Mares del Minae.
No es solo que el pez león está dejando sin pesca a las comunidades, también impacta al turismo porque propicia ambientes monótonos, al acabar con la fauna nativa.
Por ello, involucrar a los pescadores artesanales para realizar control biológico es parte de la estrategia que expertos nacionales y extranjeros diseñarán esta semana durante un taller en Limón.
De esta manera, los pescadores podrían capturar y comercializar el pez león, no solo como opción comercial, sino para reducir su población a un límite adecuado. Al eliminar a este depredador, otras especies marinas podrían recuperarse.
“Los pescadores, al estar capturando el pez león, dejarían de lado al mero y la langosta, porque este pez tendría los mismos atributos nutritivos que el atún, es más sabroso que algunas especies de mero y es más fácil de preparar”, comentó Francisco Gómez, del Comité Regional del Pez León para el Caribe.
Sería necesario un protocolo que asegure una pesca diaria y se tenga un índice de captura mínimo para mantener la cantidad de ejemplares en números bajos, sin correr el riesgo de fortalecerla.
Gómez resaltó que la estrategia podría ayudar en el control de otras especies marinas invasoras.
Invasor. En el 2009 se dieron los primeros reportes del pez león en el Parque Nacional Cahuita y su presencia se ha extendido a Gandoca, Manzanillo, Punta Uva y Sixaola.
Si lo normal es que haya 17 individuos por hectárea, la Universidad Nacional (UNA) calculó una densidad de 91 individuos por hectárea, en el 2011.
Su proliferación evidencia el desequilibrio ecológico causado por la sobrepesca de sus depredadores naturales como peces trompeta, los meros y los tiburones.
“Las estrategias de control no solo tienen que ver con la captura del pez león, sino que tienen que ayudar a repoblar los reservorios de sus depredadores naturales y dejar descansar esas pesquerías”, manifestó Gómez.
En este sentido, la estrategia de control y manejo de la especie visualiza al ser humano como ese “depredador” que, de forma regulada, pueda devolver el equilibrio.
Según McDonald, ya los pescadores han experimentado cómo capturarlo sin generar un impacto ambiental significativo. Una forma es con arpones durante buceos a pulmón, también se podrían usar redes y trampas, de acuerdo con la profundidad del agua.
Igualmente, las comunidades han ido generando conocimiento sobre la forma adecuada de limpiarlo y prepararlo, pues se deben extirpar unas glándulas que segregan toxinas. “Ya cocinado no hay peligro y es un pescado que tiene muy buen sabor”, dijo McDonald.
La asociación de pescadores quiere ofrecer el producto a restaurantes que puedan preparar platillos como ceviche y pez león frito en salsa caribeña, entre otros.
“Lo estamos vendiendo a ¢4.000 el kilo, el mismo precio que la cabrilla”, detalló McDonald.
Así, aparte de cooperar con el control biológico, la iniciativa estaría beneficiando a las familias de 43 pescadores artesanales.
Regional. El pez león es una especie propia del Indo-Pacífico, cotizada en los acuarios por su atractivo.
Se presume que su llegada al Caribe se debió a que, tras el huracán Andrew, varios especímenes de acuarios en Florida (EE. UU.) quedaron libres y ahora su presencia se extiende desde Nueva York, en ese país del norte, hasta la frontera entre Brasil y Argentina. “Lo único que lo restringe es el agua fría (14 °C o menos)”, señaló Gómez.
Por eso, se estima que el cambio climático podría favorecer su distribución. “Los cambios de temperatura en el mar provocaría que estos peces puedan ocupar espacios que antes no ocupaban. En el golfo de México se han visto en el interior de los lagos; es decir, están en espacios con salinidad baja y si se van incrementando los niveles del agua, pues el pez va a ir ganando espacios”, explicó Gómez.
De esta manera, la especie puede colonizar humedales, pastos marinos, arrecifes naturales y artificiales hasta manglares. “En los manglares es preocupante porque estos son la guardería de nuestras especies nativas y tener ahí al depredador, implica perder nuestras pesquerías en poco tiempo”, advirtió Gómez, en referencia al apetito voraz del pez león, capaz de alimentarse tanto de día como de noche.
Al ser una especie exótica, los peces residentes no lo reconocen como depredador y, por tanto, no saben defenderse o huir.
McDonald comentó que lo han visto a profundidades entre los dos a 100 metros. Al no tener depredador y disponer de alimento, llega a medir 45 centímetros y pesar dos kilogramos (lo normal es 38 cm).
Aunque se desconocen sus picos reproductivos, Gómez apuntó que “es una especie que se reproduce cada semana, eso implica que puede tener entre 1,1 y 2,5 millones de huevos al año”.