Esa noche del 18 de setiembre del 2016, el objetivo de Randall Jiménez y Gilbert Alvarado estaba centrado en encontrar ejemplares de la rana de ojos verdes (Lithobates vibicarius).
"Era una noche completamente despejada, sin lluvia, llena de estrellas, con luna llena, es decir, con todas las condiciones propicias para no ver ranas", comentó Alvarado y agregó: "En otras palabras, habíamos tenido una noche malísima hasta que la vimos".
Escondida en una caverna ubicada en la parte alta de una quebrada, en el Parque Nacional Juan Castro Blanco, los investigadores hallaron a una rana de vientre rojo (Craugastor escoces). Se trataba de una hembra adulta de unos seis centímetros de largo.
Desde 1986 no se sabía nada de esta especie, es decir, no existían reportes de su presencia en el medio silvestre. Eso llevó a que, en el 2004, el grupo de expertos en herpetología de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN) decidiera darla por extinta y así consta en su base de datos conocida como Lista Roja de Especies Amenazadas.
"La especie es endémica para Costa Rica, es decir, única en el planeta. Por lo que, en ese momento, no solo se reportaba su extinción en el país sino en el mundo", dijo Alvarado a La Nación.
Este tipo de anfibio fue descrito en 1975 y se reportó que habitaba en las faldas de los volcanes Barva, Irazú y Turrialba. El especimen recientemente hallado por lo investigadores se encontraba a 15 kilómetros de donde se suponía que vivía, a una altitud de 1.820 metros.
"Debido a la falta de información, no sabemos si la especie ya estaba en el Parque Nacional Juan Castro Blanco o recientemente lo colonizó", explicaron los investigadores en el artículo publicado en la revista Amphibia-Reptilia con que informan del hallazgo a la comunidad científica.
Asimismo, los científicos enfatizaron: "No damos el sitio exacto donde la encontramos para disuadir la visitación al área dado el riesgo de extracción ilícita, perturbación del hábitat y potencial introducción de patógenos".
Esfuerzo científico
El redescubrimiento de esta rana, según Alvarado, evidencia que hay que tener cuidado con el término extinción. En este caso, la especie seguía viva pero en otro sitio que no era el habitual y, gracias a este reporte, ahora se podrá ampliar su rango de distribución.
Ahora bien, su reaparición se dio porque un grupo de investigadores se dio a la tarea de buscar conscientemente ocho especies de ranas que posiblemente estén extintas, aumentando así el esfuerzo de búsqueda y los sitios de monitoreo. En este sentido, ellos revisitan tanto los lugares donde ya habían sido reportadas las especies como otros nuevos.
Esto gracias a un proyecto de monitoreo de anfibios que se encuentra inscrito en la Universidad de Costa Rica (UCR) y que se ejecuta sistemáticamente desde 2013.
Los investigadores iniciaron con la búsqueda de ranas de ojos verdes, por lo que ampliaron los sitios de monitoreo para incluir el Parque Nacional Juan Castro Blanco que se ubica cerca de Ciudad Quesada (San Carlos).
Según Alvarado, los altos niveles de humedad presentes en esta área silvestre protegida que resguarda ecosistemas de bosque nuboso y su ubicación dentro del Corredor Biológico Paso de las Nubes, los hacía sospechar de la presencia de ranas.
Actualmente, los investigadores han colocado marcas en 25 individuos juveniles. Gracias a la técnica de captura y recaptura, los científicos pueden escanear ese chip para identificar al individuo y, dependiendo de donde se recolectó, eso les brinda información sobre desplazamiento y uso de hábitat.
Amenazas
Según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN, la causa más probable de la desaparición de la rana de vientre rojo, durante estos 30 años, "es la enfermedad quitridiomicosis, tal vez en combinación con el cambio climático u otros factores desconocidos".
La quitridiomicosis, provocada por el hongo Batrachochytrium dendrobatidis (BD), se aloja en la piel de los anfibios, impidiéndoles respirar.
Al respecto, los investigadores tomaron muestras de la rana de vientre rojo y están a la espera de los resultados.
"Es casi seguro que el hongo esté presente, porque lo está en todo el país y una de las hipótesis que se manejó es que muchas de estas especies desaparecieron cuando llegó el hongo, pero ahora sabemos que el hongo estaba presente en especímenes de los años 70 y eso es mucho antes del decline poblacional", explicó Alvarado.
Para el investigador, en este sentido, una posibilidad es que estas ranas que están reapareciendo sean las sobrevivientes a ese evento. "Nosotros las llamamos 'súper ranas' y ellas guardan el secreto de cómo respondieron a procesos de hospedero - patógeno en tan solo 30 años", destacó Alvarado.
Sin embargo, los científicos recalcan otras amenazas. "El redescubrimiento de Craugastor escoces no significa que la especie esté recuperada o sea probable que persista, ya que podría permanecer al borde de la extinción", se lee en el estudio.
Para Alvarado, sí existe una presión ejercida sobre el hábitat de esta rana. Aunque se encuentra en área silvestre protegida, la ganadería y agricultura se desarrollan en las afueras. "Por dicha, Zarcero (comunidad vecina al parque) está apostando por una agricultura más orgánica", rescató el médico veterinario y biólogo.
Con el redescubrimiento de la rana de vientre rojo, el trabajo de los investigadores ahora se enfoca en seguir monitoreando el sitio y allí evaluar la dinámica poblacional de la especie, su estado de salud y qué tan susceptible es a cambios ambientales como perturbación de hábitat, enfermedades infecciosas, cambio climático y pesticidas.
Esa información científicas servirá para brindar recomendaciones de conservación y manejo del área silvestre protegidas.
Conservación ex situ
Paralelo a este trabajo en el sitio, los investigadores decidieron conservar a la rana viva en vez de resguardarla en la colección como prueba científica (voucher) de su reaparición.
Para ello, se recrearon condiciones de temperatura, humedad y asepsia similares a las encontradas en su hábitat y se mantiene en observación en uno de los laboratorios del recién inaugurado Centro de rescate, investigación y conservación de anfibios de la Estación Experimental Alfredo Volio Mata de la UCR, ubicado en Ochomogo de Cartago.
Al contar con el ejemplar vivo, los investigadores esperan aprender más sobre su biología (tasa de crecimiento, alimentación y ciclo de vida).
También están en la búsqueda de un especimen macho que les permita conocer aspectos de comportamiento reproductivo.
Asimismo, y según Alvarado, se realizarán estudios genéticos de esta y las otras especies del grupo Punctariolus.
El día en que muera, esta rana de vientre rojo entonces sí será depositada como voucher en el Museo de Zoología de la UCR.