Varsovia, Polonia. La economista costarricense Mónica Araya lleva más de 20 años trabajando temas de desarrollo limpio y forma parte de la Junta Directiva del Emissions Gap Report (UNEP) , informe anual del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) que mide la brecha entre las emisiones de carbono y los esfuerzos de mitigación que se hacen en el mundo.
Araya no es parte de la delegación oficial del país; ella llegó a la Conferencia de Cambio Climático para comentar este reporte.
Asegura que Costa Rica debe ver el cambio climático como un tema integral, no solo ambiental y considera que asumir el compromiso de disminuir el consumo de petróleo sería el equivalente ambiental a abolir el Ejército.
¿Cómo se ve la estrategia de Costa Rica de cara a la cumbre?
Uno de los puntos centrales es que, si bien es cierto, hay énfasis en promover medidas verdes, como energías renovables, eso no es suficiente. No hay forma de cerrar la brecha si no decimos “no” a proyectos de infraestructura contaminante que se llevan a cabo en nombre de la prosperidad y el desarrollo. Eso es invertir nuestros recursos en proyectos que nos amarran a modelos energéticos del siglo pasado, como el caso de la refinería china.
Entonces, ¿tiene relevancia el mercado de carbono que promueve Costa Rica?
Sí, pero hay que tener una visión de portafolio. Uno no se casa nunca con una sola solución, uno tiene que tener la capacidad de ver una variedad, lo cual implica, en el caso de Costa Rica, un enfoque sectorial a la transformación del sector urbano, una verdadera estrategia para reducir las emisiones de transporte. Eso puede significar varias cosas: probablemente un tren, un cambio de flotas y mejor gestión del tránsito.
”En materia de agricultura podrían ser actividades desarrolladas por el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), que es el mejor ejemplo positivo en Costa Rica. Esto tiene sentido pues el sector más vulnerable al cambio climático es la agricultura”.
¿Y cómo puede la agricultura aportar en el combate al cambio climático?
De múltiples maneras. Por ejemplo, reducir el uso de fertilizantes, lo que permite bajar costos y también mejorar el suelo. Perfeccionar las prácticas de gestión para lograr un mejor tratamiento de los recursos hídricos. Otra forma es a través de prácticas para hacer más eficientes los procesos de digestión de las vacas y, por ende, la emisión de metano. Es un sector clave, porque si se producen más alimentos con menos, eso nos beneficia a todos.
Hablamos de que Costa Rica negocia carbono, ¿qué otros ejes debe tener la negociación tica?
Nos hace falta tener una verdadera política de Estado en materia climática, lo que quiere decir prepararnos para movernos hacia un modelo donde el tema climático esté integrado en la estrategia de desarrollo. Eso significa un modelo donde el eje no va a ser ni el Ministerio de Ambiente ni la Oficina de Cambio Climático, sino que lo climático esté insertado en el Ministerio de Planificación, en Transporte, en Agricultura.
¿Se trata entonces de desligar cambio climático de ambiente?
El cambio climático es un tema económico porque afecta la forma en que generamos, usamos y distribuimos energía en un país. Es un tema que incide en el transporte, la agricultura y la manera en que manejamos los residuos.
”Es importante dejar de reducirlo a un tema ambiental o ambientalista o de mercados de carbono. No digo que los mercados de carbono sean malos, pero ese reduccionismo lo que causa es que tengamos una falsa visión del liderazgo, porque a nivel internacional se necesitan estrategias bajas de carbono de largo plazo. Hace falta un paso a energías más limpias”.
¿Qué se necesita para que Costa Rica haga esto?
Debemos llegar a un plan institucional que no sea la meta carbono neutralidad como tal. Así como quitamos el Ejército y llegamos a tener una trayectoria de país diferente, tiene que haber un compromiso político para que en los próximos 20 años nuestro consumo de petróleo baje. Ese es el equivalente a eliminar el Ejército”.
Hemos hablado mucho de las acciones de mitigación nacionalmente apropiadas (NAMA, por sus siglas en inglés) y de proyectos que sí están aportando al ambiente. ¿Eso no compensa parte de esta factura?
Voy a usar una metáfora simple. Es como una dieta y una persona que tiene que bajar de peso.
”El peso ‘extra’ es el equivalente del carbono que uno quiere quitar de la economía y la dieta lo que representa es el consumo eléctrico de esa persona.
”Claro que hay que comer ensalada y verduras; eso es bueno, las NAMA son eso. Nadie puede estar en contra de eso. Pero no es suficiente y menos si al mismo tiempo te abusás con pasteles, comida frita y chicharrones.
”La sumatoria de lo bueno y lo malo no da para reducir. Tenemos que decidir cuál camino tomamos y definirlo así.
”Porque no podemos seguir pidiendo donaciones para ambiente y préstamos para una refinería: estamos pidiendo plata regalada para lo bonito, pero pedimos un préstamo enorme para una infraestructura sucia”.
Mientras se resuelven estas negociaciones, ¿qué puede trabajar Costa Rica?
Uno de los pilares fundamentales donde debe haber una reorientación es en materia de gestión de riesgo. Los escenarios climáticos para Centroamérica no nos dan buenas noticias y tragedias como la de Filipinas tiene que recordarnos que, en el mediano o largo plazo, la región va a recibir o mucha lluvia o mucha sequía o eventos para los cuales necesitamos estar preparados.
”Por eso, el tema de cambio climático ya no puede ser algo solo ambiental, sino que debe haber mayor enlace institucional, más apoyo a la Comisión Nacional de Emergencias y, sobre todo, un modelo donde no solo nos preparemos para una emergencia, sino que también se mejore y aumente la prevención.
”La adaptación obliga a descentralizar y nos obliga a hacernos la pregunta de cómo están preparadas las municipalidades y las comunidades”.