Adrián Méndez nació el 3 de junio de este año cuando el fenómeno de El Niño castigó Guanacaste con una fuerte sequía y a Tilarán con un exceso de lluvias.
Aún está muy pequeño para percatarse, pero sus padres Huberth Méndez y Lil Jiménez le contarán que las lluvias tardaron en llegar y cuando lo hicieron, las precipitaciones fueron intensas.
Esas condiciones extremas de sequía e inundaciones, hoy vistas como atípicas, serán normales cuando los niños nacidos en el 2014 crezcan, según los escenarios de cambio climático previstos por el Instituto Meteorológico Nacional (IMN) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para 2030 y 2080 .
Un escenario de cambio climático es una posible representación del clima en el futuro, la cual se basa en la concentración de gases efecto invernadero (GEI) y aerosoles en la atmósfera. A partir de cinco modelos climáticos, el IMN hizo sus proyecciones.
Entonces, ¿qué le espera a Adrián en estos dos escenarios?
El país en 2030. En el 2030, Adrián pasará más tiempo con sus amigos y empezará a preguntarse cuál carrera estudiar.
En ese entonces tendrá 16 años y vivirá en un país con cuatro estaciones : dos veranos (estación seca) y dos inviernos (estación lluviosa).
Los expertos prevén vientos alisios entre junio y agosto más intensos, lo cual haría que las lluvias aumenten en el Caribe y disminuyan en el Pacífico.
“Los vientos soplan del norte-noreste, dejando la humedad a barlovento de la Cordillera de Talamanca y la Cordillera Volcánica Central. El viento seco pasa hacia el Pacífico impidiendo que penetren los vientos húmedos del suroeste”, explicó José Alberto Retana en el informe del IMN que contiene el escenario a 2030.
De hecho, se proyecta una disminución de precipitaciones entre junio y agosto, lo cual adelantaría e intensificaría los veranillos en el Pacífico.
Esos veranillos vendrían a constituir una segunda estación seca que dividirá la estación lluviosa en dos períodos.
Asimismo, para este año, se prevé una disminución en la frecuencia de frentes fríos de noviembre a febrero. Esto sería responsable de la reducción de las precipitaciones en el Caribe.
Por lo tanto, los climas más extremos afectarían el golfo de Papagayo y la península de Santa Elena en el escenario seco, así como a Limón, en el lluvioso.
Ante este panorama, el país deberá pensar dos veces el uso que le dará al agua, porque se proyecta una disminución de 5% de líquido para el consumo humano.
Con menos agua, se generará una competencia entre usos (consumo humano, riego agrícola, industrial y generación eléctrica).
Pese a que la población tica se estabilizaría en el 2020 (1,6 hijos por pareja), 10 años después tendría la mayor tasa de población dependiente (niños y adultos mayores ).
Las necesidades de estos grupos demandarán más agua ante el incremento de la temperatura diurna (en el Pacífico) y nocturna (en el Caribe). De lo contrario, estas personas se expondrán a enfermedades causadas por estrés térmico como problemas renales .
Esa es la proyección optimista. “(Este escenario) visualiza una sociedad que ha logrado avanzar por el camino del desarrollo sostenible y ha invertido en ampliar su sistema de áreas protegidas, logrando al mismo tiempo la protección de los recursos hídricos”, señaló Retana.
En el 2030, Lil tendrá 50 años y espera haber contribuido a contrarrestar este escenario.
Actualmente, Lil y Huberth son vegetarianos (la ganadería genera el 40% de las emisiones de carbono) y consumen productos orgánicos (los fertilizantes liberan el 60% de las emisiones del agro).
Ambos son arquitectos e incluyen parámetros ambientales en los proyectos que diseñan: aprovechan las condiciones naturales de luz y viento para reducir el consumo de electricidad por concepto de iluminación y aire acondicionado.
“Hay opciones viables para la clase media. Al principio podrían encarecer un poco la obra, pero la inversión se retribuye con el tiempo por el ahorro que se tiene en agua y luz”, comentó Jiménez.
También, y en la medida de lo posible, ejercen el teletrabajo para no utilizar el automóvil.
Los padres también procuran vestir a Adrián con prendas de algodón orgánico e idealmente de diseño nacional, para bajar la huella de carbono del producto.
Además, el bebé heredó alguna ropa de su primo y hará lo mismo con aquella que ya no necesite. Esta es una forma de reutilizar.
Ahora se alimenta con leche materna, pero llegado el momento utilizará biberones de vidrio.
“Uno también puede compensar. Por ejemplo, hay bebés que necesitan tomar fórmula porque son intolerantes a la lactosa. Entonces, se podría disminuir la huella ecológica por otro lado. Tal vez usando pañales de tela”, destacó Jiménez.
El país en 2080. A sus 66 años, Adrián recién se habrá pensionado y quizá estará pensando en pedir un nieto para consentirlo.
En ese año, las condiciones serán las propias del fenómeno de El Niño: escasez de lluvias en el Pacífico e incremento de precipitaciones en el Caribe. Además, los meses más lluviosos no serán setiembre y octubre sino mayo y junio.
La temperatura promedio en el territorio nacional pasará de ser 22 °C (en la actualidad) a 29 °C (en la proyección para el 2080).
Según un escenario climático elaborado por el IMN para el 2090, la temperatura subirá a 30 °C.
Debido a estas variaciones en el clima, la flora y la fauna deberán adaptarse a las nuevas condiciones o perecer. Lo mismo sucederá con los cultivos y esto pondría en jaque la seguridad alimentaria.
La pérdida de biodiversidad y producción agrícola podrían costarle a Costa Rica un 40% de su producto interno bruto (PIB).
A eso hay que sumarle el costo de un 15% del PIB derivado de la atención de deslaves, inundaciones, huracanes y tormentas.
Por supuesto, este no es el país que los papás de Adrián quieren heredarle y por eso promueven un transporte sostenible, ya que este sector es el responsable del 45% de las emisiones de GEI (gases de efecto invernadero).
“Dentro de este sector, los vehículos privados disparan las emisiones”, dijo Méndez. Y agregó: “En este momento, el parque de servicios especiales –transporte escolar, turístico, pirata y porteadores– es mayor que el público. Se ha miniaturizado el transporte público y eso provoca más congestionamiento”.
Huberth es director de la Fundación para el Desarrollo Urbano (Fudéu), la cual trabaja en aspectos como espacio urbano y transporte verde.
“La Dirección de Cambio Climático tiene como meta reducir el 27% de las emisiones en el sector transporte, fomentando principalmente el transporte público. Claro, esto no necesariamente garantiza que la gente deje de utilizar el carro. Eso hay que complementarlo con otras medidas”, señaló Méndez.
¿Cuáles medidas? Según el director de Fudeu, otros países como Singapur han restringido el uso de vehículos en zonas urbanas y para esto implementan un sistema de lotería para obtener los derechos de circulación.
Cuando el parque vehicular alcance 1,4 millones de unidades, una medida podría ser colocar peajes en todos los accesos a la Gran Área Metropolitana (GAM) y restringir los estacionamientos.
“Eso sí, para restringir parqueos hay que cambiar varios reglamentos. Uno es el número de parqueos asignados a oficinas y proyectos habitacionales. Si se cambia eso, quizá se pueda desestimular el uso de los vehículos privados que son los grandes emisores. También hay que modificar el reglamento para estacionar en calles e implementar ciclovías, eso también agilizaría el recorrido de los buses en rutas vecinales o de travesía”, explicó Méndez.
Un transporte bajo en emisiones es posible y, según Méndez, ya Cartago está dando los primeros pasos con una ciclovía y el tren.
Si más personas se sumaran a los esfuerzos de Lil y Huberth, Adrián y demás niños nacidos este año les agradecerán por dejarles un país más habitable y herramientas para adaptarse mejor a los escenarios climáticos que pronostican los especialistas.