Era miércoles y Denia Ramírez sabía que ese día pasaba el camión del reciclaje en Juan Viñas, distrito del cantón de Jiménez en Cartago.
Todo el contenido de la bolsa estaba debidamente lavado y seco, separado y listo para ir al centro de acopio.
En la calle, frente a su casa, no había bolsas rotas por perros, tampoco malos olores, ni hormigas o cucarachas caminando encima de los residuos.
Así han sido todos los miércoles en este lugar desde 2006, cuando comenzó la recolección de materiales reciclables.
Es más, la Municipalidad de Jiménez –cuyos distritos son Juan Viñas, Pejibaye y Tucurrique– empezó con esta labor mucho antes de que la Ley de Gestión Integral de Residuos o Ley GIR (N.° 8839) se lo exigiera.
En 2014, Pejibaye se unió a este esfuerzo y Tucurrique ya tiene su propio centro de acopio.
A la fecha, y tras cumplirse cinco años de la Ley GIR, 10 municipios no tienen plan de gestión de residuos y 13, aunque ya lo tienen, sus concejos aún no los aprueban, según datos del Ministerio de Salud (Minsa) a mayo de 2015.
“Ahora el desafío es que las municipalidades tengan su plan implementado, no solo en papel”, dijo Olga Segura, del Minsa, durante un encuentro organizado por este ministerio, la Unión Nacional de Gobiernos Locales y Fundación MarViva a inicios de junio.
Para Liseth Fernández, alcaldesa de Jiménez, un adecuado manejo de residuos no requiere un presupuesto millonario. De hecho, Jiménez es un cantón pequeño, con apenas 14.000 habitantes.
“Cuando hay voluntad política, las cosas se pueden lograr”, recalcó la alcaldesa.
“Al principio había gente que me decía: ‘mira, yo no tengo tiempo para esas cosas’. Hasta se enojaban y vea ahora, la gente se educó”, comentó la exregidora Anabelle Fallas.
“Cuando voy a San José y pregunto en cuál bolsa tengo que echar cada residuo, y me dicen que todo en la misma bolsa, me siento hasta rara”, manifestó Vilma Oviedo y agregó: “Yo me siento muy orgullosa de vivir aquí y de que reciclemos”.
Desde la casa. La Ley GIR responsabiliza a las empresas, instituciones y personas por los residuos que genera.
“Creemos que los generadores son solo grandes empresas y se nos olvida que nosotros somos microgeneradores en nuestras casas”, dijo Segura.
¿Demanda esfuerzo reciclar? “Para nada. Es cuestión de tener orden”, aseguró Evelyn Tenorio.
Oviedo añadió: “Uno no tiene que comprar recipientes especiales. Sirven bolsas de diferente color. Yo uso una blanca para el reciclaje, una verde para los orgánicos y otra negra para la basura”.
El Ayuntamiento posee camiones diferentes para recolectar el reciclaje, los residuos orgánicos (restos de comida, cáscaras y servilletas) y la basura.
Si la separación de materiales no está bien, el recolector deja la bolsa y notifica al municipio. La persona se expone a una multa.
En enero y julio, estudiantes de la Universidad de Costa Rica (UCR) –en el marco de su trabajo comunal universitario (TCU)– realizan inspecciones.
Van casa por casa abriendo las bolsas y evaluando la separación que se realiza en ese hogar, así como las condiciones de higiene en que entregan los residuos.
“Usamos el medidor de la luz para identificar las casas y así saber cuáles están fallando”, explicó la alcaldesa.
En la última inspección, hecha en enero, el 85% de los hogares obtuvo una nota excelente. El 10% de las casas tenían algún grado de contaminación en su reciclaje y el 5% de los hogares entregaron los materiales sucios, lo cual podría comprometer la salud de las personas que laboran en el centro de acopio.
“El vidrio es el material más delicado. Si viene quebrado o se quiebra de camino, uno se puede cortar. Ahí lo mejor es envolverlo en periódico”, explicó Aracelly Romero, quien labora en el centro de acopio.
Gracias a esa colaboración de la UCR, se logró determinar que existe una población de 300 personas, residentes en dos comunidades, que llegan a Juan Viñas con motivo de la corta de caña y la cosecha de café.
Como son residentes temporales, no conocen las disposiciones para el manejo de los residuos. Eso hace que la municipalidad redoble esfuerzos para concientizarlos y educarlos.
Si este cantón antes enviaba 1.384 toneladas anuales al relleno sanitario, ahora solo manda 720 toneladas.
Por cada tonelada, el relleno sanitario de Paraíso de Cartago cobra ¢13.500. Eso se refleja en la tarifa que cobra el gobierno local por el servicio de recolección.
“Entre mejor separemos y mejor reciclemos, el costo de la tarifa será mucho menor”, enfatizó Fernández.
Valorar el residuo. Gracias a una donación de ¢16 millones que les dio el Minsa, Jiménez acondicionó el antiguo matadero municipal como centro de acopio y compró una máquina compactadora.
Allí se recibe plástico, papel y cartón, vidrio, aluminio y hojalata, así como chatarra. Según Yamileth Fernández, encargada del lugar, ya cuentan con empresas que compran el material.
La limpieza de los residuos es clave. Según Francisco Acuña, encargado de recolección, la suciedad puede dañar las máquinas que emplean estas empresas para tratar los materiales.
“Los residuos de grasa en las bolsas, cuando entran a la planta, hacen una melcocha y echa a perder todo el proceso. Algunas etiquetas con hule o ligas pueden incluso quebrar piezas”, explicó Acuña.
La venta de los reciclables permite pagar a las seis personas que trabajan en el centro de acopio.
Los residuos orgánicos se llevan a la zona de compostaje para convertirlos en abono, el cual se vende a particulares.
“A principio de año, la Escuela de Química de la UCR hizo un análisis de la calidad del abono y salió bastante bueno”, comentó Allan Fernández , encargado de compostaje de la Municipalidad.
“La gente dice que aquí se recicla porque Jiménez es pequeño y es cierto. Pero en cantones grandes se puede empezar por barrios y distritos; lo importante es crear la cultura”, dijo la alcaldesa.
Actualmente, el Ministerio de Salud lidera la elaboración de la Estrategia Nacional de Reciclaje.
Para ello, y desde mayo, ha convocado a representantes de 300 entidades a participar en sesiones de trabajo semanales.
El objetivo es discutir y definir pautas en cinco temas. Lo primero es precisar cómo será la separación y recolección de esos residuos.
Luego, se buscará establecer una bolsa virtual para comercializarlos y fijar sus precios.
También se discutirá el reconocimiento e incentivos a los productores eficientes y, por último, se verán los mecanismos para la formalización y fortalecimiento del sector de recuperadores.