Ocho de cada 10 niños mordidos por un perro sufrieron el ataque en casa, con su propia mascota, según datos del Hospital Nacional de Niños. Su tamaño e inmadurez los convierte en las víctimas más vulnerables de este tipo de incidentes con canes.
El 67% de los menores de cuatro años atendidos por esta causa suelen presentar mordidas en cabeza, cara y cuello, debido a su baja estatura.
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Karen Overall, en su libro Clinical Behavioral Medicine For Small Animals indica que los niños presentan un riesgo tres veces mayor que las niñas porque algunos varones son más atrevidos y retadores.
Por ello, la organización Protección Animal Mundial considera importante educar a los niños (de ambos sexos) en cómo relacionarse con las mascotas, respetarlas e identificar las situaciones de riesgo.
Para David Peiró, etólogo canino y director de Fundación Fogaus (www.fogaus.com), la prevención y vigilancia del infante cuando está con el perro corresponde a los adultos. “El niño no tiene la madurez y el perro es un animal, así que la responsabilidad recae en los padres”, enfatizó el experto.
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En este sentido, y aparte de enseñar a su hijo a relacionarse con una mascota, los padres también deben educar al can.
Esto implica brindar los cuidados y espacio adecuados, socializarlo desde cachorro, adiestrarlo en obediencia y establecer la dinámica de manada, que son aspectos que ayudarán a reducir el riesgo de accidentes.
Un nuevo miembro. La decisión de tener perro no debe tomarse a la ligera, ya que se le estaría dando la bienvenida a un nuevo miembro de la familia.
Los perros son animales sociales. Para ellos es importante tener una manada y las personas en la familia deben estar conscientes de querer serlo.
Por eso, no se deje llevar por la emoción o la moda; elija al can que mejor se acople a la familia.
Los perros tienen necesidades de espacio y de actividad, poseen carácter y algunas razas tienden a ser más ansiosas que otras.
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Escenarios. Según Peiró, existen dos escenarios en que los padres deben estar más atentos a la relación entre niños y perros.
El primero se da cuando llega un recién nacido a una familia que ya tiene un can (o varios) y donde la jerarquía ya está establecida, marcando las normas de conducta que rigen esa manada.
“Con la llegada de un niño pequeño, se rompe la estructura jerárquica porque, cada vez que demanda atención, los padres-propietarios se desviven por él y no están siendo jefes. Al perro eso lo confunde”, explicó Peiró.
El animal podría ver al bebé como una amenaza al orden establecido. ¿Qué hacer? Pues cambiar la percepción que la mascota tiene sobre el bebé. “Hay que preparar al perro para la llegada del niño. Familiarizarlos con los olores de la ropa y el lugar donde va a estar”, aconsejó Peiró.
Una vez nacido el infante, no hay que abandonar al perro, sino darle atención y asociar al niño con cosas positivas.
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El segundo escenario se da cuando el perro se incorpora a una familia donde ya están presentes los niños, algo que le crea menos conflicto al can porque la manada ya está formada y, como nuevo miembro, se ajusta a ella.
En este caso, lo importante es que todos los miembros de la familia manejen los comandos de adiestramiento en obediencia para uniformar el lenguaje.
Asimismo, Peiró recomienda que los niños se encarguen del perro sacándolo a pasear o dándole de comer, porque eso ayuda a establecer jerarquía.
Más consejos. Enséñele al chiquito a no molestar a la mascota cuando está comiendo, descansando o cuidando a sus cachorros. Tampoco debe quitarle los juguetes, jugar a perseguirlos o que lo persigan. Los juegos de competencia o fuerza con los cachorros no se recomiendan porque confunden al perro con respecto a la jerarquía.
Ante un perro nuevo, que no es nuestro, hay que saber presentarse. Sonreír mostrando los dientes y mirar fijamente al can es retarlo. Lo mejor es quedarse quieto y esperar a que el perro nos huela.
Antes de acariciarlo, pregúntele al dueño si es agresivo y la forma de acercársele. Manténgase cerca del dueño y, de nuevo, deje que el can lo huela. Cuando el perro esté en posición de sumisión (orejas para atrás), entonces puede tocarlo en la espalda.
También, explíqueles a los niños cómo identificar cuando un perro está enojado o asustado: el primero mostrará los dientes, mientras que el segundo meterá la cola entre las patas.
Si el perro muestra signos de agresividad, consulte con un especialista en etología canina.