Irse de excursión al pico más alto del país, en el Parque Nacional Chirripó, se aligeró un 62% en su costo: si antes dos noches de estadía representaba un promedio de ¢250.000 por persona, ahora bajó a unos ¢95.000.
Así ocurre desde julio pasado, cuando vecinos de la zona, unidos en el consorcio Aguas Eternas, empezaron a gestionar servicios en el albergue Crestones, localizado en el Parque.
Esta empresa ganó la concesión para administrar el hospedaje, alimentación, alquiler de equipo y acarreo de suministros de quienes visitan el Chirripó.
Tales labores representaban un recargo para los guardaparques, por lo que las autoridades optaron por concesionarlas.
Trío comunal. La Asociación de Desarrollo Integral de San Gerardo de Rivas, la Cámara de Turismo Rural Comunitario Chirripó y la Asociación de Guías, Arrieros, Porteadores y Cocineros del Chirripó forman Aguas Eternas.
El trío logró hacerse de los servicios detallados en un cartel de licitación pública que incluyó elementos contenidos en la Ley de Biodiversidad y la Ley de Contratación Administrativa.
Es la primera vez que una comunidad asume un contrato estatal de conservación ambiental y proyección comunitaria, facilitando que los beneficios económicos se queden en la zona.
Quien vaya hacia la cima del Chirripó, a 3.820 metros sobre el nivel del mar, deberá caminar 20 kilómetros de ascenso constante, desde San Gerardo hasta el pico.
Esto obliga a los turistas a dormir por lo menos una noche en el albergue, donde antes no existían muchos de los servicios actuales.
“Básicamente, el turista debía llevar todo para dormir y comer. Tenían que cocinar, hacer de todo o contratar quién lo hiciera por ellos”, recordó Bernal Valderramos, administrador del Parque.
Además, solo había un funcionario que se encargaba de recibir a los visitantes, recoger basura y asear los baños, a veces una vez al día, por la falta de personal.
Diferencia. Hoy, cuatro funcionarias de Aguas Eternas se encargan de todo en Crestones, según verificó un equipo de La Nación .
Si antes la comodidad del albergue obligaba a llevar una bolsa de dormir para los camarotes con espumas cubiertas en tela de vinil, ahora se ofrecen almohadas y tres gruesas y limpias cobijas esperando en cada lecho.
También se volvió innecesario tener que llevar los alimentos o contratar quién los cargara y preparara, pues Aguas Eternas se encarga de ofrecer cada tiempo de comida en el sitio.
Otro cambio es que el tiempo para obtener espacio en el albergue pasó de seis a tres meses, ya que aumentó la capacidad de alojamiento, de 40 a 52 personas.
El Chirripó recibe unos 7.000 visitantes al año. De ellos 67% son costarricenses y 33% extranjeros, detalló Valderramos.
Gracias al consorcio, tampoco será necesario cerrar el Parque 45 días al año por mantenimiento. “Se reciben visitantes siempre, incluido todo feriado en el calendario”, enfatizó Omar Elizondo, presidente de Aguas Eternas.
Sin embargo, hay un aporte intangible de la concesión, más allá de un albergue en la montaña.
Según Valderramos, los guardaparques ahora pueden dedicar más tiempo a investigar, vigilar especies y mejorar los senderos, para que así nunca se interrumpa el hormiguero constante de caminantes en ruta hacia la meta soñada, la cresta del Chirripó.