Para crear un mapa conceptual basta con tener conocimiento, lápiz y papel –los dos últimos pueden sustituirse por un software –.
La idea es sencilla: si se domina un conocimiento, puede plasmárselo sobre una hoja anotando los conceptos clave y entrelazándolos con proposiciones. Esto da origen a frases.
Así, un niño, en la escuela, puede utilizar esa herramienta para demostrar, por ejemplo, que ha aprendido el ciclo de la lluvia, que maneja los conceptos clave del tema o darse cuenta de que hay conceptos que aún no comprende.
De igual forma, un experto de la NASA puede plasmar, en un mapa, el conocimiento involucrado en lograr un viaje a la Luna, y un neurocirujano puede plantear cómo interpretar la imagen de un cerebro.
Según Alberto J. Cañas, ingeniero informático costarricense, el mapa conceptual es una representación gráfica del conocimiento mediante conceptos enlazados que forman proposiciones.
Cañas es el director asociado del Institute for Human and Machine Cognition (IHMC), entidad vinculada a las universidades de Florida, Estados Unidos, que investiga la relación y la interfaz entre hombre y máquinas.
“Nos interesa aprovechar lo que sabemos de los humanos para hacer máquinas que apoyen y simplifiquen la vida de los humanos”, señala Cañas.
En ese proceso, a este instituto le interesa comprender cómo se aprende y cómo se captura el conocimiento. El IHMC, junto a la Universidad de Costa Rica, es el anfitrión del II Congreso Mundial de Mapas Conceptuales, que ha reunido esta semana en el país a 300 especialistas en el tema.
A continuación, un extracto de la entrevista de Cañas con La Nación .
¿Por qué interesan los mapas conceptuales?
Un aspecto que nos interesa es cómo se representa el conocimiento. Hablamos de que los niños tienen que construir conocimiento, el constructivismo, pero pocas veces nos dicen qué es el conocimiento.
“Nosotros trabajamos mucho con organizaciones como la NASA o la Agencia de Seguridad de Estados Unidos, en capturar el conocimiento de expertos, pero, para saber cuánto conoce este experto sobre un tema, necesitamos una he-rramienta que pueda expresar ese conocimiento.
“En educación, necesitamos una herramienta que permita a los niños expresar su conocimiento y darse cuenta de cuánto saben, cuánto no saben, en qué aspectos fallan y dónde pueden mejorar.
“Los mapas, así como los usamos con niños de primaria, los usamos con expertos de la NASA. Al hablar de conocimiento, son independientes el asunto y la edad”.
¿Hace esa herramienta que se piense diferente?
Sí. El tener que explicar con un mapa implica reflexión, comprender y escoger las palabras precisas para expresar el conocimiento mediante conceptos y proposiciones.
“El proceso metacognitivo de tener que pensar sobre lo que uno hace, lleva a ver el problema de forma diferente. Lo más importante no es el mapa final, es el proceso”.
¿Cuánto tiempo llevan ustedes estudiando la utilidad de esta herramienta en la captura del conocimiento y en la educación?
Llevamos trabajando con mapas conceptuales como 16 años.
¿Han podido cuantificar el impacto en el proceso educativo?
En educación, hay estudios que demuestran que los mapas conceptuales son sumamente efectivos, y hay otros estudios que dicen que no sirven para nada. En realidad, todo depende del maestro.
“Como cualquier herramienta, si el maestro sabe cómo hacer preguntas a los estudiantes, guiarlos, permitirles que investiguen, el mapa es sumamente efectivo.
“Si el maestro no sabe cómo usar el mapa y lo da para que se lo aprendan el fin de semana, no tiene ningún sentido”.
Entre los grandes proyectos que tienen en el campo educativo, hay uno en las escuelas de Panamá. ¿En qué consiste?
El proyecto es una iniciativa del presidente Martín Torrijos y de la Secretaría de Innovación gubernamental, de hacer una transformación de la educación en Panamá, mediante un aprendizaje significativo y alejarse del aprendizaje memorístico. Los mapas conceptuales son la herramienta que utilizamos para eso.
“En el proyecto ya hay más de 200 escuelas y se han capacitado más de 3.000 maestros. Lo interesante es que se crea una red de escuelas. En vez de poner computadoras en una escuela –lo que acá siempre se hace–, vemos la totalidad de escuelas como si fuese una sola organización.
“Cada escuela tiene su propio servidor, donde un estudiante puede, desde la casa o un café Internet, acceder a su trabajo y seguirlo. Los maestros y los padres pueden ver el trabajo y colaborar con niños de otras escuelas.
“Desde el principio, lo primero que hacen los niños es un mapa de ‘quién soy yo’ y publicarlo en Internet porque queremos que ellos sepan que pueden publicar”.
¿Hay alguna posibilidad de que ese proyecto se aplique aquí?
El instituto trabaja con todos los países y organizaciones a los que les interesa. Por ahora no hay ninguna iniciativa en las escuelas públicas del país de utilizar los mapas conceptuales, pero hay escuelas privadas en Costa Rica que son líderes en esto en el mundo.