Quienes durante la adolescencia beben en forma desmesurada por pocas horas o minutos, pueden afectar su cerebro de forma permanente.
Estas son las conclusiones de un estudio realizado con ratones adolescentes por científicos de la Universidad de Massachusetts y la Universidad Estatal de Luisiana, ambas en Estados Unidos.
El reporte, publicado en la revista The Journal of Neuroscience , señala que estos atracones de licor pueden dañar las “vías” que mantienen la comunicación entre las neuronas, especialmente porque el cerebro de los jóvenes aún no ha terminado de desarrollarse.
“Los efectos adversos de este daño cerebral pueden persistir mucho tiempo después de que el adolescente deje de tomar; los efectos del alcohol son permanentes en muchos casos”, subrayó en un comunicado de prensa Heather Richardson, coordinadora de la investigación.
“El cerebro de muchachos y muchachas es muy sensible a la exposición episódica al alcohol. Por eso, estas experiencias con el licor a edades tempranas alteran la estructura de ese órgano, lo que puede llevar a problemas de la función cerebral en su vida adulta”, dijo.
Aunque los investigadores están conscientes de que un estudio en ratones no refleja necesariamente lo que sucede en los seres humanos, sí aseguran que da pistas valiosas sobre lo que ocurre en las neuronas de las personas jóvenes.
En los humanos, el inicio de la ingesta de alcohol a edad temprana se ha ligado a problemas de memoria, impulsividad y mayor riesgo de alcoholismo en la vida adulta.
El porqué. El consumo de licor en la adolescencia afecta las comunicaciones neuronales en la corteza prefrontal, una de las últimas regiones del cerebro en madurar y desarrollarse.
Esta sección cerebral apenas comienza a madurar durante la adolescencia, justo cuando surge el deseo de muchos jóvenes por probar el alcohol.
Los investigadores descubrieron que, tras los atracones de licor, los ratones tenían una menor cantidad de mielina, la sustancia que potencia el paso de información entre las neuronas y que, a su vez, está relacionada con la memoria y la capacidad de planificación.
Incluso, varios meses después de los atracones de licor, los roedores seguían con niveles bajos de mielina.
El aporte de esta investigación es particularmente importante, porque la corteza prefrontal es el centro de regulación de la toma de decisiones y controla las emociones y los impulsos.