La automedicación es una práctica común en el país. Según datos de la Universidad de Costa Rica, el 60% de la población costarricense lo hace.
No se tiene claridad cuántos de ellos son medicamentos para tratar males mentales. Sin embargo, como indicativo, se sabe que del total de intoxicaciones reportadas por el Centro Nacional de Control de Intoxicaciones del Hospital Nacional de Niños, el 17% de los casos corresponde a fármacos que actúan sobre el sistema nervioso central, principalmente antidepresivos.
Si bien el uso de cualquier fármacos sin receta acarrea daños graves en el cuerpo, pocos son conscientes del daño que ocasionan los medicamentos para tratar males mentales o emocionales cuando no necesitan.
La mayoría de estas drogas requiere receta médica para su compra, precisamente por los riesgos que conllevan. Sin embargo, hay casos de corrupción o negligencia en que se le facilitan a quienes pagan por ellas.
Por ejemplo, Marvin Rodríguez, farmacéutico del Instituto de Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), alerta de que “hay farmacias donde se vende fluoxetina (un antidepresivo) sin receta médica”.
El neurólogo Marvin Heyden indica que, mayoritariamente, estas son personas que afrontan una situación difícil por una pérdida o un luto y que, erróneamente, ven en el consumo de estos medicamentos una vía rápida para sentirse mejor o “bajo control”. Las secuelas de eso incluyen adicción, movimientos involuntarios, trastornos de sueño, ansiedad, taquicardia y sentirse en un estado de “letargo” que no permite expresar emociones.
Las personas que sí tienen diagnóstico médico de mal mental sí requieren de la dosis de fármaco que se le recetó.
“Una persona a la que un profesional le dijo que tomara cualquier fármaco es porque lo necesita. Estos medicamentos son necesarios y seguros para ellos, no pueden dejarlos”, aseveró el psiquiatra Mauricio Campos.