Cada año, el mes de octubre se viste de rosado en campañas de conciencia sobre el cáncer de seno, el más común entre las costarricenses y el cual afecta a unas 1.000 nacionales por año.
Los médicos coinciden en que la detección temprana es vital para que la persona pueda someterse a un tratamiento y sobrevivir.
Todos los años abundan las campañas que llaman a realizarse el autoexamen cada mes, hacerse una mamografía cada dos años –o cada año– después de cumplir los 45, y mantener un buen estilo de vida con ejercicio y alimentación saludable.
Además, diferentes centros de salud hacen sorteos de mamografías o las regalan entre pacientes con mayor riesgo.
A pesar de eso, este tipo de tumor se mantiene como el de mayor mortalidad para las ticas. Datos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) señalan que, cada año, cerca de 280 mujeres mueren por este mal. Esta cifra equivale al 17% de las muertes por tumores en el país.
Aun más, en Costa Rica se pierden 22 años de vida de forma prematura por esta enfermedad, dato que se obtiene de comparar la esperanza de vida al nacer con la edad en la que mueren, en promedio, las mujeres con este padecimiento.
Costa Rica presenta un patrón similar al de varios países desarrollados, con pocos fallecimientos entre jóvenes. Aunque se dan casos en mujeres de 20 y 30 años, el 81% de las muertes se da en el grupo de más de 50 años.
“Desde el 2005 es el cáncer más común después del de piel y el más mortal de todos. Por eso es importante que la mujer conozca bien su cuerpo y sea capaz de detectar cualquier anomalía y así buscar ayuda”, dijo María del Rocío Sáenz, presidenta ejecutiva de la CCSS.
¿En qué fijarse? Los especialistas aseguran que no solo se debe sospechar de “bolitas” o “bultos” en los senos, porque en muchos casos estas pelotitas pueden estar formadas simplemente por grasa. Los tumores pueden, además, dar otro tipo de señales.
Estas señales incluyen protuberancias, venas crecientes, hendiduras, erosiones en la piel, huecos, hundimiento en el pezón, fluidos desconocidos, un seno más grande que el otro, endurecimiento, “piel de naranja”, o enrojecimiento y ardor.
Los médicos aseguran que el autoexamen es fundamental para que las mujeres conozcan sus senos y detecten cambios.
Felicia Knaul, experta en Economía de la Salud y quien superó este cáncer, indica que el conocimiento de la mujer de sus glándulas mamarias es crucial.
“A muchas les asusta el autoexamen, le tienen miedo a hallar algo, pero no todo lo que se encuentra es maligno. Yo me encontré varios bultos que no eran nada, y cuando sí fue cáncer no sentí bultos. Por eso es importante conocernos bien”, afirmó.
Los datos de la CCSS apoyan esta opinión. Ocho de cada 10 consultas que reciben las clínicas de mama por bultos, dolores, supuraciones o malformaciones resultan no ser cáncer. Empero, los especialistas aseguran que es necesario consultar ante estas señales, pues es mejor descartar un cáncer que tratarlo cuando ya sea muy tarde.