Un divorcio o una reciente separación de la pareja, además de un mal dormir, podría ocasionar, en el largo plazo, complicaciones en la presión arterial de las personas.
Así lo demostró una investigación de la Universidad de Arizona, publicada en la revista especializada Health Psychology .
El estudio, a cargo de los científicos David Sbarra, Kendra Krietsh y Ashley Mason, utilizó una muestra compuesta por unas 138 personas que se habían separado o divorciado al menos 16 semanas antes de iniciado el trabajo de análisis.
Ellos fueron sometidos a pruebas basadas en el Índice de Calidad del Sueño de Pittsburgh, con el cual se evalúan perturbaciones del sueño, tales como dar vueltas y roncar, o bien, la capacidad de conciliar y también de mantener el sueño.
Además, se les midió la presión sanguínea cada una de las tres veces que acudieron al laboratorio.
La valoración a cada persona se extendió por un periodo de siete meses y medio.
Resultados. Durante las primeras visitas de los sujetos al laboratorio, los problemas del sueño no evidenciaron mayores diferencias en la presión arterial. Sin embargo, ese panorama cambió con el tiempo.
“Lo que encontramos fue que si había problemas para dormir hasta 10 semanas después de la separación, esto no parecía estar relacionado con el futuro aumento de la presión arterial”. No obstante, luego de la décima semana, “parece haber un efecto negativo acumulativo”, señaló Sbarra.
Por su parte, la investigadora principal del estudio, Kendra Krietsh, aseguró que “si alguien está pasando por un divorcio y no puede dormir, realmente necesita obtener un poco de ayuda, pues esto podría dar lugar a problemas”.
La psicóloga afirmó que este tipo de trastornos del sueño suelen abordarse con terapia cognitivo conductual, haciendo ajustes a las rutinas de sueño de la gente.
Los resultados de este proyecto mostraron la importancia de “dormir bien y cuidar de nosotros mismos”, concluyó Kriesth.
Otros estudios, como el realizado por el Centro de Investigación y Tratamiento del Sueño de la Universidad Estatal de Pensilvania, sostienen que el insomnio puede causar inflamación, males cardíacos y hasta la muerte.