El alto consumo de sal de los ticos los expone a presión arterial alta, lo cual aumenta el riesgo de infartos y derrames cerebrales.
Datos del Instituto Costarricense de Investigación y Enseñanza en Nutrición y Salud (Inciensa) señalan que los ticos le adicionan a la comida siete gramos diarios de sal, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece como límite cinco gramos (una cucharadita).
“A esta cantidad de condimento hay que sumarle la sal que ya contienen los alimentos. El problema es muy grande, debemos comenzar a sacar el salero de la mesa”, explicó Ana Cecilia Morice, viceministra de Salud.
El abuso de este condimento también predispone a cáncer gástrico y problemas renales. Por esta razón, el Ministerio de Salud, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el Inciensa lanzaron un plan para bajar la ingesta de sal en el país .
El plan comprende investigaciones sobre el contenido de sal y sodio en los alimentos, así como educación para que la población cocine con menos sal.
También se busca una alianza con la industria alimentaria y de restaurantes para agregar menos sal a las comidas preparadas.
“A la gente le gusta el sabor que les da la sal a las comidas. Podría decirse que la sal causa un tipo de dependencia porque nos acostumbramos a su sabor. Esto es un problema que no se soluciona solo con educación a la población, también debe incluirse la investigación y alianzas con restaurantes”, dijo Romeo Montoya, representante de la OPS en Costa Rica.
Sin embargo, el sodio contenido en la sal aumenta la presión sanguínea y expone a las personas a mayor hipertensión, la enfermedad crónica más común en Costa Rica y que es causante de infartos y derrames cerebrales.
Un estudio de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), el año pasado, señaló que el 31,5% de los adultos costarricenses son hipertensos, una cifra que aumentó cinco puntos porcentuales en pocos años, pues en el 2006 el 26,5% de los adultos ticos tenía este mal.
“El alto consumo de sal también aumenta la sed y las ganas de comer azúcar, por lo que las gaseosas son muy buscadas a la hora de ingerir mucha sal, y esto aumenta la posibilidad de obesidad”, comentó Ricardo Correa-Rotter, presidente de la Asociación Latinoamericana de Hipertensión y Nefrología.
“Es difícil cambiar hábitos, pero bajar el consumo de sal da resultados. En Finlandia, por ejemplo, en 20 años el consumo de sal se redujo en un tercio y la mortalidad por derrame cerebral bajó en un 60%”, señaló Gabriela Mercury, directora técnica del Inciensa.
Morice añadió que, si la medida cala en la población, se adecuará la cantidad de yodo y flúor que se añade al condimento para no perder estos nutrientes.
“No pretendemos hacer esto de la noche a la mañana, sabemos que va a costar mucho cambiar este hábito. Es un plan a diez años plazo; pero, si ya logramos que los ticos dejaran de cocinar con manteca para dar paso a los aceites vegetales, también podemos lograr que ingieran menos sodio”, dijo Morice.