Bogotá. El Tiempo/GDA La socialización reduce el estrés y la ansiedad de las mujeres.
¿La razón? Cuando ellas se sienten cercanas a otras aumentan sus niveles de progesterona, conocida como la hormona de las emociones positivas, revela un nuevo estudio de la Universidad de Michigan, Estados Unidos.
Según los investigadores estadounidenses, esta sustancia, que fluctúa con el ciclo menstrual, promueve afectos y conductas más benévolas con el entorno, facilitando la vinculación social.
La progesterona es una hormona esteroide involucrada en el ciclo menstrual femenino, embarazo (pues promueve la gestación) y embriogénesis de los humanos.
Pertenece a una clase de hormonas llamadas progestágenos, y es el principal progestágeno humano de origen natural. Sus fuentes principales son el ovario (cuerpo lúteo) y la placenta; la progesterona también puede sintetizarse en las glándulas adrenales y en el hígado.
Método. Los científicos examinaron la relación entre cercanía interpersonal y progesterona de 160 mujeres.
Con tal fin, mediante muestras de saliva, midieron la presencia de esa hormona y los niveles de estrés. Además, analizaron sus ciclos menstruales.
De esa manera, después de ponerlas a trabajar en parejas, al azar, los investigadores pudieron comprobar que los niveles de progesterona de las mujeres a las que se les asignó la realización de tareas emocionalmente neutras disminuyeron, mientras que los de aquellas que participaron en el ejercicio de acercarse a otra se mantuvieron o se elevaron.
Indagaciones anteriores habían revelado que el nivel de progesterona es directamente proporcional al deseo de vincularse con otros, pero tal investigación demuestra que las relaciones humanas aumentan la producción de la mencionada hormona.
“Estos vínculos nos pueden ayudar a entender por qué la gente que vive en relaciones muy cercanas es más feliz y más sana y vive más que los que están socialmente aislados”, expresó Stephanie Brown, autora principal del estudio.
Por su parte, la psicóloga Argelia Medina, profesora de la Universidad Javeriana, considera que conversar puede aportarle tanto a una persona como una terapia psicológica.
“Compartir permite relajarse, sacar las preocupaciones y recibir consejos”, señala.
No obstante, aclara, no es recomendable entablar conversaciones íntimas con cualquier persona, sino con gente que inspire confianza y seguridad.
“Cuando uno habla con otra persona se da cuenta de que no es el único al que le pasan determinadas cosas, y eso puede conducir a un desahogo”, explica la también psicóloga Sandra Zea.
Cuando las personas acostumbran guardarse las cosas y no socializan pueden caer en reacciones impulsivas, sensación de soledad y hasta resentimiento, advierte la experta.
Zea cree que las mujeres, por su naturaleza de madres y cuidadoras, se acostumbraron a formar redes de apoyo.
Por eso, añade, siempre han sido más sociales que los hombres, y las conversaciones entre ellas, mucho más emocionales.
Eso no significa que los varones no socialicen o que no disfruten de sus charlas.
De hecho, los especialistas insisten en que ellos obtienen de sus relaciones beneficios similares a los que reciben las mujeres.
A juicio de María Isabel González, directora del programa de Psicología de la Universidad del Rosario, en Colombia, el hecho de que la mujer sea “más verbal” que el hombre tiene que ver con diferencias culturales.
“A las mujeres se nos permite hablar de temas banales, y esas conversaciones, además de ser divertidas, en muchos casos liberan estrés”, concluye.
“Cuando uno habla con otro se da cuenta de que no es el único al que le pasan determinadas cosas, y eso puede llevar a un desahogo”, detalla la psicóloga Sandra Zea.