La muerte de un niño alemán en medio del brote de sarampión en ese país europeo encendió el debate sobre cuán importante es la vacunación y si esta debe ser voluntaria, como sucede en Alemania, donde los padres son quienes deciden si quieren o no vacunar a sus hijos.
En el caso del menor de 18 meses que murió esta semana, no estaba vacunado y, aunque padecía una enfermedad crónica y grave, los médicos lamentaron que, de haber estado inmunizado, nunca se habría contagiado con el sarampión.
Esta es la primera muerte reportada en Alemania en el brote actual de este mal infeccioso. Desde inicios de enero, en la capital alemana se han contabilizado cerca de 450 infectados, cifra que sobrepasa la de todo el año pasado en el país.
Los especialistas afirman que rechazar la vacunación no pone en peligro solo la salud de los hijos propios, sino también la de otros niños que, por razones médicas o por su corta edad, aún no reciben el tratamiento.
Ante la posibilidad de que algunos se nieguen a recibir la inyección obligatoria, los pediatras proponen que esta sea exigida como requisito para ingresar a una guardería o a una escuela pública; sin embargo, la iniciativa tiene detractores en grupos antivacunas.