La vida de los seres humanos podría “estirarse” hasta un máximo de 125 años. Ni avances médicos y tecnológicos podrían hacer que, biológicamente, el cuerpo de una persona pudiera permanecer vivo más tiempo por sí mismo.
Estas son las conclusiones de una investigación realizada por científicos de la Facultad de Medicina Albert Einstein, en Nueva York, Estados Unidos.
Los resultados, publicados este miércoles en la revista Nature , aseguran que la esperanza de vida al nacer (en este momento en 69,4 años para los hombres del mundo y 73,6 para las mujeres) sí podría aumentarse con buenas medidas de salud pública y adelantos científicos. Sin embargo, el máximo de años vividos “ya tocó techo”.
“Tanto demógrafos como biólogos saben que todavía hay muchas posibilidades para aumentar la esperanza de vida al nacer, pero los límites de la ‘ superlongevidad’ ya están establecidos. Hemos visto casos muy cercanos”, manifestó en un comunicado de prensa Jan Vijg, uno de los investigadores.
Según este genetista, la situación se parece a lo que sucede con las marcas olímpicas. “Ya cada vez es más difícil romperlas porque el ser humano está llegando a los límites de lo que puede lograr por sí solo, la humanidad ya está alcanzando su récord de vida”, dijo.
Las pesquisas. Vijg y su equipo analizaron la información de la Base de Datos de Mortalidad Humana, que contiene información de más de 40 países.
Los investigadores vieron que, desde 1900, se ha dado una reducción en la mortalidad después de los 70 años y ahora la gente vive más tiempo después de esa edad y con mejor salud.
Sin embargo, cuando se revisaba la mortalidad después de los 100 años, sucedió algo diferente: entre 1970 y 1990 la edad de muerte después de los 100 años era cada vez mayor y la esperanza de vida aumentó rápidamente.
Pero, ya cerca de 1995 los números se estancaron, y, sin importar el año en el que las personas nacieron y el acceso que tuvieron a los tratamientos médicos, todos morían en rangos similares de edad.
Con base en eso, el estudio concluyó que el promedio máximo de edad está en 115 años, y que el máximo posible estaría en 125 años.
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Ya una persona estuvo cerca de este récord: la francesa Jeanne Calmant, quien falleció en 1997 luego de vivir durante 122 años. Esta es la vida más longeva –fundamentada con documentos– de la que se tiene registro hasta hoy.
“Las posibilidades de ver a alguien llegar a los 125 años son de menos de 1 en cada 10.000”, cita el documento de Nature .
En Costa Rica, la península de Nicoya es considerada una “zona azul”, sitio en donde la longevidad es mayor que en otras partes del orbe. Investigaciones previas han indicado que encontrar en este lugar a un hombre mayor de 80 años es más fácil que en otros sitios del mundo.
¿A qué obedece la longevidad? Para el geriatra costarricense Carlos Luis Alpízar, esto no solo tiene lugar por avances médicos en un país, también entra en juego la genética y los hábitos que tengan las personas.
“Lo que decidamos hacer con nuestras horas de sueño, la forma en la que comemos, si nos ejercitamos o no, son factores determinantes”, señaló Alpízar.
¿Vidas largas o saludables? Los científicos aseguran que los 125 años son la edad máxima en la que un cuerpo humano puede vivir por sí mismo, pero están claros que en un futuro la vida podría estirarse de forma artificial.
De ser así, surgiría un nuevo debate, pues Vijg advierte que, más allá de vivir tanto, lo ideal es encontrar el camino para mejorar la calidad de vida y la salud de la gente durante su existencia.
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Para este científico, otro aspecto por considerar es que todos esos avances relacionados con vida artificial probablemente tendrán el reto de competir contra genes humanos que no están diseñados para vivir tanto tiempo.
El documento concluye que cuando todo eso sea posible, también se debe garantizar que esas facilidades lleguen a todas las personas y no solo a quienes puedan pagar las terapias.
La mujer más 'vieja'
La persona más longeva en la historia es la francesa Jeanne Calment, quien nació un 21 de febrero de 1875 y murió el 4 de agosto de 1997, a los 122 años.
Ella anduvo en bicicleta hasta sus 100 años y dejó de fumar a los 117. Además, presumía de comer a diario chocolate.
Sus padres tuvieron vidas más cortas: su madre murió a los 86 y su padre a los 93.
Al llegar a los 122, ya no podía ver ni oír, pero sus signos vitales estaban en orden. Murió en el hogar de ancianos donde vivía, debido a un paro cardiorrespiratorio.