Ya lo hemos escuchado infinidad de veces: si queremos alejar de nosotros muchas enfermedades crónicas, debemos hacer media hora de ejercicio por día o un mínimo de 150 minutos (o dos horas y media) por semana.
Sin embargo, si a esa ración semanal de actividad física le sumáramos dos minutos más por cada hora, estaríamos reduciendo en un 33% los riesgos de todo el tiempo que pasamos sentados y la amenaza de morir de forma prematura (antes de los 65 años).
Esos dos minutos extra no necesariamente deben ser de actividad vigorosa. Con solo levantarse de la silla en el trabajo y caminar (sí, aunque luego vuelva a sentarse), ya estará contribuyendo con su salud.
Esta es una de las conclusiones de una investigación de la Escuela de Medicina de la Universidad de Utah, Estados Unidos, publicada en la revista Clinical Journal of the American Society of Nephrology .
Los hallazgos de tal estudio van más allá: quienes realizan su actividad física al aire libre reciben beneficios en su salud emocional, porque logran “desconectarse” del estrés y “conectarse” con su entorno.
Paso a paso. ¿Cómo se obtuvieron estos resultados? La premisa inicial fue que cerca del 80% de los estadounidenses no logra hacer las dos horas y media semanales de ejercicio. Con esta inquietud en mente, los investigadores, con la ayuda de los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU., reclutaron a 3.247 personas. A todas se les pidió que utilizaran marcadores de frecuencia cardíaca a lo largo del día para registrar sus actividades cotidianas, aunque no implicaran ejercicio.
A los participantes se les indicó que por cada 58 minutos que pasaban sentados, se levantaran durante dos minutos y caminaran a paso normal. Así, se les dio seguimiento durante tres años, lapso durante el cual fallecieron 137 de quienes intervinieron en el proyecto.
Se vio que quienes más acataron la recomendación de dos minutos por hora, además de los 150 minutos a la semana de actividad física, tenían un 33% menos de riesgo de muerte antes de los 65 años.
“Fue fascinante conseguir esos resultados, porque lo usual es que los beneficios se den por actividad física moderada o vigorosa. Ver que la actividad ligera también está asociada con menor mortalidad, es motivador”, comentó Srinivasan Beddhu, coordinador del estudio.
Posibles razones. ¿Por qué esfuerzos tan pequeños como dos minutos de caminar por hora podrían hacer la diferencia? Para Beddhu, la respuesta está en que todo requiere energía.
Caminar cortas distancias, subir y bajar escaleras, cocinar o hacer oficio queman, poco a poco, calorías. Si las personas pasan 16 horas despiertas, caminar dos minutos cada hora ayudaría a quemar unas 400 calorías por semana.
“Vemos que aun los cambios pequeños en la rutina pueden tener gran impacto en la salud humana”, expresó Tom Greene, otro de los investigadores.
Con la naturaleza. Como ya se consignó, el estudio revela que quienes hacen caminatas en medio de la naturaleza tienen una mejor salud emocional.
Además, el hecho de caminar distancias cortas en vez de usar el automóvil para hacer algún mandado, también ayuda al ambiente, con lo que puede cumplirse el doble propósito de mejorar la salud propia y la del planeta.
“Caminar al aire libre suele ser sinónimo de respirar aire fresco, sentir el calor del sol y recibir vitamina D; también, de experimentar los beneficios de la interacción social con vecinos y otras personas que anden caminando”, comentó Pablo Rosales, especialista en Educación Física.
Finalmente, para hacer estas caminatas diarias, no se requiere de más inversión que un par de zapatos cómodos. ¡Anímese!