Caminar por un parque o sendero natural no solo es una forma bonita de pasar una mañana o tarde, es invertir en nuestro bienestar. Diversos estudios científicos confirman que el contacto con la naturaleza ayuda a mejorar nuestra salud física y mental.
La Nación recopiló estudios científicos internacionales publicados en los últimos diez años. En estos se habla de cómo tener una relación cercana con la naturaleza y pasar tiempo al aire libre ayuda a regular la presión arterial, hace que la gente se mantenga activa –lo que de paso aleja a las enfermedades crónicas–, mejora nuestra convivencia con otras personas, reduce los estados de ansiedad y, además, disminuye las tasas de criminalidad.
Una de las investigaciones es un análisis de ocho estudios realizado por la Universidad de Illinois, en Estados Unidos.
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"Los estudios que revisamos no se enfocan solo en lo que los participantes les dicen a los investigadores. Los beneficios se han medido objetivamente utilizando datos como reportes policiales, presión arterial, exámenes neurocognitivos y el funcionamiento del sistema inmunitario", manifestó en un comunicado de prensa Frances Kuo, quien realizó la interpretación de los datos.
Según sus observaciones, la recuperación de enfermedades físicas y mentales también es más fácil en individuos que pasan más tiempo en ambientes donde hay mucho verdor natural.
"En los espacios más verdes las investigaciones hallan personas más generosas y sociables. Se encuentran lazos más fuertes entre los vecinos, más confianza mutua y disposición de ayudar a otros", aseguró Kuo.
Por el contrario, agregó la investigadora, “en ambientes con menor naturaleza se ven altos grados de agresión, violencia, crímenes y pobreza. También se detectan individuos más solitarios y que se quejan más de sus problemas”.
Árboles son aliados respiratorios
Otro estudio de la Universidad de Syracuse, en Nueva York, EE. UU., se refiere a que los árboles salvan vidas y bajan la tasa de males respiratorios.
En el 2014, los investigadores de este estudio aseguraron que los árboles salvan 850 vidas humanas al año y previenen 670.000 síndromes respiratorios. Los resultados fueron publicados en la revista Environmental Pollution.
"Encontramos que, en general, cuanto más alta es la cobertura de árboles, es mayor la eliminación de la contaminación y hay más beneficios para la salud", comentó en un comunicado de prensa David Nowak, autor principal de ese informe.
Para llegar a esas conclusiones, los investigadores analizaron el aire de lugares en los que hay gran cantidad de árboles y lo compararon con el que se encuentra en sitios de escasa naturaleza. Buscaron cuatro tipo de sustancias diferentes: nitrógeno, ozono, dióxido de azufre y partículas finas contaminantes (PM 2,5).
Estas últimas partículas son especialmente dañinas para la salud, pues, al ser tan finas, tienen la capacidad de llegar directamente a los pulmones y afectar la respiración y funcionamiento del manejo del aire en el cuerpo.
Los investigadores vieron que en las áreas con más árboles la contaminación con ozono y PM 2,5 era hasta tres veces menor.
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Por su parte, si se cortaban árboles, la contaminación comenzaba a ascender paulatinamente. En cuestión de cinco años podía aumentar un 18%.
Impacto en el salón de clases
No solo los exteriores se benefician de la naturaleza y la luz solar. Solo el hecho de que en un salón de clases las ventanas estén abiertas y se deje fluir el aire mejora la salud de los estudiantes y reduce el ausentismo.
Científicos del Laboratorio Nacional de Berkeley en California examinaron, durante dos años, 150 aulas de diferentes escuelas y la forma en la que se utilizaban los espacios de luz natural y ventanas.
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Se encontró que en las aulas en donde se permitía la libre circulación de aire durante al menos una hora, el ausentismo por enfermedades bajó un 3,4%.
Además, se vio que por cada hora que permanecían las ventanas abiertas, el ausentismo bajaba un 1,6% adicional.
En cuestión de un año, esto podía significar $3 millones (más de ¢1.500 millones) en atenciones médicas.
"Suponemos que una ventilación pobre durante largas horas expone a las personas a más químicos e irritantes. A veces los pasamos desapercibidos, pero, para poner un ejemplo, es común que las clases se limpien con desinfectantes o cloro y esas sustancias no son bien recibidas por todas las personas al respirar cerca. Esto se podría solucionar con una buena ventilación, explicó en un comunicado de prensa Mark Mendell, autor principal de la investigación.
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"Si estamos expuestos a esos químicos de manera crónica no es raro que enfermemos", añadió.
Mendell insistió en que el tema debe seguirse estudiando en grupos más grandes y expandirse a otros lugares, como hogares y centros de trabajo.