La socióloga y antropóloga venezolana Evangelina García Prince es una de las voces más importantes en Iberoamérica en temas de liderazgo femenino. Junto con la fundación ALAS ha capacitado a más de 800 mujeres en los últimos cinco años.
Este es un compendio de una conversación con ella.
¿Qué logros se han alcanzado con su trabajo en liderazgo femenino?
Después del periodo en que trabajé en el Centro Mujer y Familia, muy accidentalmente tenía la oportunidad de venir, sin mucha continuidad, hasta que en algún momento en la organización ALAS me pidieron iniciar los cursos de liderazgo.
”En estos cinco años hemos podido desarrollar cursos con cinco niveles de formación. Yo que conozco y he trabajado en toda América Latina, te diré que, por lo menos en Centroamérica, no hay un ejemplo como este.
”Hay mujeres salidas de aquí que ocupan posiciones notables, porque los cursos se basan en la premisa de que todos y todas somos líderes, y estos talleres de empoderamiento tocan ciertas claves fundamentales para que ese poder personal ilimitado salga hacia afuera”.
En cuanto al empoderamiento de la mujer, ¿qué diferencia a Costa Rica de otros países en los que ha trabajado?
En los últimos 25 años trabajé mucho en España. En aquellos momentos había un crecimiento de la presencia de las mujeres en lo público, y mucho interés de las instituciones públicas en que el tema de empoderamiento fuese asumido como una política pública. Eso es algo que no se ha asumido del todo aquí en Costa Rica (...). Pero todo el crecimiento que ha tenido Costa Rica como país, también se ha reflejado en el avance de la mujer.
”Esta, además, es una de las naciones con mayor índice de equidad de género. Aquí la brecha en materia de educación es apenas de un 1%. Sin embargo, sí hay una brecha de género en cuanto a posiciones de poder, en lo público y lo privado”.
¿Hace falta más esfuerzo por parte de ambos sectores?
El tema de la igualdad y la equidad no es solo un problema del Estado. También es un problema del sector privado. Y por eso trabajamos mucho en la incorporación de la iniciativa privada al logro de las políticas de igualdad y equidad. El sector público más bien lo tiene abandonado, y es una maravilla que una organización no gubernamental lo esté llevando a cabo para ambos sectores. Y las empresas ya están poniéndole empeño a la situación.
¿De dónde les nace el interés a las empresas?
Desde 1986, gracias a un estudio de la Universidad de Stanford, se estableció, de manera absolutamente científica, que hay algunos patrones diferenciales en los modos de ejercicio del poder por parte de las mujeres.
”Desde la Universidad de Harvard se ha descubierto que la gente ya no soporta el liderazgo autoritario, distante, excluyente. La gente anda tras la búsqueda de uno que ponga atención a las necesidades desde una perspectiva de derechos humanos. Y esto corresponde más a elementos de la identidad femenina.
”Los hombres son socializados para ejercer el poder, para internalizar el dominio, el control. Las mujeres somos socializadas desde la perspectiva de género para atender necesidades, para el cuidado, el servicio. Atender a la persona por su valor humano. Eso es lo que quiere la gente hoy.
”Cierto que al liderar hacen falta características muy propias del varón: los hombres son persistentes en el objetivo, lo tienen claro y son muy racionales. Pero hoy hace falta un liderazgo negociador, flexible, adaptativo, que considere a los demás en sus necesidades más allá de lo material, rasgos muy propios de la mujer”.
Y esto lo pueden aplicar tanto hombres como mujeres…
Los talleres que hago son para que las mujeres tomen conciencia de que tienen un gran poder personal y numerosas ventajas comparativas que tienen que convertir en ventajas competitivas. Somos humanamente equivalentes, y por lo tanto tenemos acceso al poder.
¿Qué pasos debe aplicar una persona para sacar a relucir su líder interno?
Son tres tomas que tiene que hacer. Tomar la palabra, tener voz, hacerse oír. Luego, tomar riesgos, el de visibilizarse. Y luego, tomar decisiones. Tomar una decisión conlleva tomar un riesgo y, por lo general, los riesgos más grandes son expresar lo que piensas, lo que quieres.