Dietas tan fuertes que llevan a consumir los requerimientos de nutrientes de un solo día a lo largo de una semana completa; atracones en los que más bien sucede lo contrario y comen en un solo día lo que deberían comer en siete, para luego sentirse culpables y vomitar o tomar laxantes para “liberarse”.
Realidades con nombres definidos: anorexia y bulimia, problemas que no son ajenos a jóvenes de la Gran Área Metropolitana (GAM).
Un estudio del Instituto de Investigaciones Psicológicas de la Universidad de Costa Rica destaca que el 6% de los colegiales de la zona tiene un trastorno alimentario no diagnosticado y que el 14% está en riesgo de sufrir uno.
A esto se une un 36% de jóvenes que no está satisfecho con su aspecto físico y un 47,5% que quisiera pesar menos. Ellos le dan una nota de 7,8 a su apariencia.
“Es preocupante; los hábitos alimentarios son trascendentales en un adolescente. Esta es una época de muchos cambios pues el cuerpo no ha terminado de crecer y el cerebro continúa su desarrollo”, comentó Zaida Salazar, autora del estudio.
“La mala alimentación va a traer consecuencias a la autoestima y la salud”, agregó.
¿Cómo se hizo? Esta investigación constó de varias partes. Primero, Salazar revisó estudios internacionales sobre el tema. Posteriormente, entrevistó a jóvenes a quienes ya se les diagnosticó algún trastorno en los hospitales Calderón Guardia, Nacional Psiquiátrico y en la Clínica del Adolescente del Hospital de Niños.
Luego reclutó a 594 estudiantes de colegios públicos y privados.
A todos ellos se les pesó, se les midió y se les pasó un cuestionario en el que se evaluó la imagen de los jóvenes sobre su apariencia, autoestima y vinculación con los medios de comunicación, especialmente la televisión.
Allí fue cuando se vio que el 6% tenía anorexia o bulimia y no estaban diagnosticados, y que un 14% estaba en riesgo de estos males.
“Esta información nos sirve para ayudar a las personas a salir del trastorno o a no caer en él, así podemos evitar daños serios a la salud”, dijo Salazar.
El estudio revela datos que sospechaba la Clínica del Adolescente del Hospital de Niños. Este centro recibe cada mes al menos a tres pacientes nuevos con males por desórdenes alimentarios.
Alberto Morales, coordinador de esta clínica, señaló que las secuelas de esos trastornos son graves: en la mujer, la pérdida significativa de peso la deja sin menstruación y pone en riesgo su capacidad para concebir, y los hombres dejan de producir testosterona.
En ambos géneros aparecen problemas en el desarrollo óseo, cardiovascular y mental.