Si usted se aplicó la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH, relacionado con el cáncer de cérvix), podría pensar que ya no es necesario realizarse la prueba de papanicolau o citología vaginal, que busca detectar lesiones cancerosas o precancerosas.
Sin embargo, especialistas en ginecología y oncología de Estados Unidos aseguran lo contrario, pues el peligro de contraer este microorganismo no desaparece en su totalidad.
"La vacuna reduce la posibilidad de cáncer, pero todavía no se ha mostrado que elimine la necesidad de las pruebas, porque una cosa es bajar el riesgo y otra eliminarlo en un 100%", indicó en un comunicado de prensa Jayanthi Lea, ginecóloga-oncóloga de la Universidad de Texas.
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Según los médicos, si alguien se vacunó contra el VPH, la prueba de papanicolau podría efectuarse de forma más espaciada (con un año más de distancia), pero no eliminarla del todo. La recomendación actual es hacer el examen cada uno o dos años, dependiendo de cada paciente.
El ginecólogo costarricense Danilo Medina es de la misma opinión: "una mujer que está vacunada y que se hace una citología y el médico determina que está normal, tal vez pueda volverse a realizar otro dentro de cinco años y no un año después o dos, como es lo usual. Pero, no podría eliminar la citología del todo, es una prueba necesaria".
El especialista también aclaró que las vacunas no protegen de todos los tipos de VPH que podrían eventualmente causar lesiones que lleven a un cáncer.
"La vacuna bivalente protege de los tipos 16 y 18 del virus, que causan el 70% de los casos de cáncer de cérvix, pero hay un 30% de virus que se escapan de esa protección. Hay vacunas tetravalentes que protegen contra cuatro tipos, y está por llegar al país una nonavalente que protege contra nueve virus que causan el 95% de los tumores, pero aún nos quedamos con un 5% del que ninguna vacuna protege", aseveró.
Además, la vacuna no es eficaz en un 100%. Los estudios determinan que tres dosis de la vacuna contra el VPH eliminan hasta un 93% la probabilidad de infección con las cepas del virus que protegen, pero siempre hay al menos un 7% en el que se hace más recomendable realizarse el examen.
Importancia de la revisión. El VPH es un microorganismo de transmisión sexual. Trece de sus 150 cepas pueden infectar células del cérvix o cuello de útero. Casi siempre, el cuerpo combate la infección y la elimina por sí mismo, pero a veces se forman lesiones que, con los años y si no se tratan, derivan en cáncer. El papanicolau busca este tipo de lesiones para tratarlas antes de que se malignicen y se transformen en un tumor.
Anualmente, en Costa Rica son detectados unos 400 tumores de cuello uterino. La incidencia y mortalidad han bajado: en el año 2000 la incidencia era de 50,5 por cada 100.000 mujeres, y la mortalidad, 7,8 por cada 100.000. En el 2013 fueron de 27,1 y de 5 por cada 100.000 mujeres, respectivamente.
La Comisión Nacional de Vacunación y Epidemiología prepara un estudio de costo-beneficio para saber si se incluye la vacuna dentro del esquema básico de vacunación.
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Además, uno de los aspectos más importantes de realizarse el papanicolau es que cada vez que una mujer acude a realizarse una citología, el médico aprovecha para ver otras partes de su salud sexual y reproductiva y hacer una revisión general de su estado de salud que resulta muy beneficiosa.
"Hay veces que la mujer llega por una citología y vemos cosas como un aumento o disminución de peso extraña, o hasta podemos detectar masas en las mamas. Se hace una revisión general que va más allá", concluyó Medina.