El laboratorio más grande del mundo quiere a más ticos en él, y por ello trabaja en fortalecer un acuerdo con el Gobierno para integrar a nacionales en investigaciones de materiales y de física, que parecen salidas de una película de ciencia ficción.
Se trata, ni más ni menos, que del llamado Consejo Europeo de Investigación Nuclear (CERN, por sus siglas en inglés). Este sitio que tiene, entre otras cosas, un túnel de 27 km de circunferencia ubicado a más de 100 metros bajo Tierra.
En el CERN, ubicado en la frontera de Suiza con Francia, se analiza la materia de la que está compuesto el universo, con la ayuda de una suerte de supermicroscopios que buscan respuestas a preguntas milenarias, explicó José Salicio, director de Apoyo Latinoamericano.
¿Qué hace el CERN? “Cuando me han preguntado, yo uso esta metáfora: si dos carros chocan de frente a muy alta velocidad, se desarman en miles de piezas y, aunque ya no veamos los carros, podemos saber con certeza que los hubo porque, después del choque, vemos llantas, retrovisores, pedazos de carrocería y vidrio; es decir, piezas que les pertenecieron.
”Con la materia del universo, lo que hacemos es algo así. Aceleramos las partículas de la materia con muy alta energía para que se produzcan buenos choques y poder entender cuáles son las piezas más pequeñas de las que está compuesta esta materia y así entenderla y categorizarla”, explica el colombiano Carlos Sandoval. Él trabaja en el laboratorio Atlas, donde se dio el hallazgo del llamado bosón de Higgs.
“Por ejemplo, cuando buscamos el bosón de Higgs ( la que ha sido llamada “partícula de Dios”) sabíamos que, tras el choque de partículas, teníamos que buscar ‘entre los escombros’ dos fotones, y eso fue lo que se logró”, explicó Sandoval.
Uno de los mayores desafíos de estos estudios es que esos “restos” de partículas se desvanecen muy rápido; por ello, la tecnología con la que se cuenta para hacer los registros debe ser sumamente veloz y de una grandísima precisión. Además, deben hacerse miles de choques para determinar que estadísticamente haya una conclusión representativa; es decir, que pueda afirmarse que un hubo un descubrimiento.
Ticos ¿para qué? El acuerdo de cooperación constituye un marco a partir del cual las partes pueden, con base en la reciprocidad, desarrollar cooperación técnica y científica. Eso sí, siempre y cuando los resultados de su cooperación se usen únicamente para fines no militares.
Además, ese acuerdo define que científicos, centros de investigación y la Universidad de Costa Rica (UCR) podrán apoyar los proyectos de investigación en las áreas donde tengan más experiencia, entre estas, la física experimental, la física teórica, la ingeniería de aceleradores y de detectores, y la computación.
Dicho impulso incluye el apoyo de personas y el aporte de conocimiento, equipo, materiales o financiamiento.
Las posibilidades para los ticos en el marco de este acuerdo pactado entre el entonces representante de la misión de Costa Rica en Ginebra, Manuel Dengo, y el director general del CERN, Rolf-Dieter Heuer, son dos.
El primero es que científicos, ingenieros y técnicos costarricenses pueden aplicar directamente al CERN para su evaluación y selección en proyectos de investigación. De ser aceptados, el Centro puede considerar la posibilidad de contribuir con el costo de vida de esos investigadores durante el periodo de su contribución. La segunda opción es que los nacionales se postulen como candidatos para asistir a los campamentos o talleres.
La historia de ticos en el CERN ya dio inicio. Guy de Teramond, exministro de Ciencia y Tecnología de Costa Rica, ha estado allí y es quien promueve el convenio.
“Esta es una oportunidad extraordinaria. No solo es ciencia básica, sino que puede trascender al trabajo diario con tecnologías de punta, como sistemas criogénicos de bajísimas temperaturas, la electrónica y la computación”, dijo De Teramond.
También lo han hecho Mario Cubero, de la Universidad de Costa Rica, y Esteban Picado, de la Universidad Nacional.
Hasta ahora, la participación de los nacionales ha sido en el experimento del CERN llamado el Isolde , que tiene 50 años.
Isolde es capaz de producir unos 700 isótopos de más de 70 elementos y se dedica a la producción de una amplia variedad de haces de iones radiactivos de uso en muchos campos de la investigación fundamental y aplicada, explicó a La Nación su directora, la española María José García.
Según ella, cada año, sus haces son usados por unos 50 experimentos que estudian un amplio rango de temas, desde las propiedades de los átomos y los núcleos hasta aplicaciones biomédicas, pasando por la astrofísica nuclear y la física del estado sólido.
El verano pasado, estuvieron en el CERN los jóvenes Rafael Arce Gamboa y William Fallas.
“Estoy muy agradecido por esta oportunidad. Es difícil, pero es posible. Invito a más ticos que lo intenten”, dijo Gamboa.
Estado del acuerdo. A pesar de que el 12 de febrero del 2014 se dio oficialmente la firma de un acuerdo de cooperación científica y técnica en Física de Altas Energías en el que CERN ofrecía a Costa Rica la posibilidad de incorporar a más costarricenses en sus estudios, la reglamentación del acuerdo ICA-CR0124 que figura en su artículo 8 para su entrada en vigencia, aún está pendiente.
“La Oficina de Tratados del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto es la encargada de todo lo relativo al trámite legislativo del proyecto de ley de aprobación de acuerdo con el CERN. Dicho acuerdo fue dictaminado afirmativamente en forma unánime el 16 de abril del 2015 y ahora está en la agenda del plenario”, dijo Roxana Tinoco, consejera de Misión Permanente de Costa Rica ante la Oficina de las Naciones Unidas.
Al parecer, el plan se encuentra en el lugar 195 de la agenda del plenario.
Más detalles sobre los aportes costarricenses en esos laboratorios serán dados a conocer este lunes en el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones (Micitt). Tanto José Salicio como Rüdiger Voss, director de Relaciones Internacionales del CERN, visitan el país para promover la oficialización del convenio por parte del Congreso.