París AFP Ricardo III, último rey de Inglaterra muerto en combate en el siglo XV, sucumbió a las heridas causadas por sus enemigos, quienes le habrían perforado el cráneo cuando estaba en el suelo y sin casco, sugiere un estudio científico.
Las heridas que sufrió en la cabeza apuntalan los relatos de la época que señalan que Ricardo III, preso en un lodazal, habría abandonado su caballo antes de que sus enemigos lo mataran. Así lo indica este estudio hecho con base en el análisis de sus restos, publicado el miércoles en la revista The Lancet.
El soberano murió a los 32 años en la batalla de Bosworth el 22 de agosto de 1485, tras un corto reinado de dos años. La dinastía de los Tudor que lo reemplazó siempre le dibujó como un tirano sanguinario, una pésima reputación que después inmortalizó el dramaturgo William Shakespeare.
La osamenta del rey fue descubierta en Leicester (centro de Inglaterra) en setiembre de 2012 cuando se construía un estacionamiento municipal. Los análisis de ADN— que todavía no se han publicado— confirmaron que el esqueleto encorvado con heridas de guerra era el del último rey Plantagenet, caído no muy lejos de allí y enterrado por los hermanos franciscanos.
El equipo de la Universidad de Leicester, dirigido por Jo Appleby, especializado en el estudio de osamentas, ha utilizado técnicas de imagenología médica, en particular tomografía asistida por ordenador (que permite hacer cortes) para estudiar los restos del soberano.
Los investigadores han censado nueve heridas en la cabeza provocadas por armas cortantes.
“Las heridas en el cráneo permiten pensar que no llevaba casco, bien porque lo había perdido o porque se lo retiraron a la fuerza”, explica Sarah Hainsworth, profesora de Ingeniería de Materiales.
En cambio, Ricardo III tenía todavía una armadura para proteger el resto del cuerpo ya que no hay rastro de heridas en los brazos o las manos, subraya. “Las dos heridas que al parecer provocaron la muerte al rey son las que hay en la base del cráneo”, dice Guy Rutty, patólogo de la Universidad de Leicester.
Una podría haber sido ocasionada por un arma de hoja alargada como una espada o una alabarda. La otra habría sido causada por el extremo de una espada o la punta de una alabarda, agregó.