¿Las personas que superan los 100 años de vida con salud y funcionalidad tienen algo en sus genes que las hacen más fuertes?
La respuesta es sí. Investigadores de la Universidad de Boston, en Estados Unidos, acaban de hallar dos raras variantes genéticas que podrían responder por qué algunas personas viven una longevidad extrema y con buena calidad.
Los científicos que exploraron el tema coinciden en algo: la longevidad es producto de un engranaje complejo, pero es un hecho que hay genes determinantes.
La alimentación, el nivel de actividad física, el manejo del estrés y el no fumar juegan un rol clave para que una persona viva más años; sin embargo, hay genes que son tan fuertes que solo quienes los tienen podrán superar los 105 años. En cambio, los individuos que no los poseen podrían llevar estilos de vida óptimos, pero se les dificultará sobrepasar esa barrera de edad.
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Para entender mejor la situación, debemos recordar que todos los genes están ubicados en cromosomas, y estos les dan un lugar para desarrollarse y expresarse. Los "genes de la longevidad" descubiertos por los científicos están ubicados en los cromosomas 4 y 7.
Estos genes, nuevos para la ciencia de la longevidad, son la variante CC del gen rs3764814, en el cromosoma 7, y la variante AA/AG del gen rs28391193, en el cromosoma 4. La primer variante también se vinculó con menor riesgo de enfermedades cardiovasculares e hipertensión.
El asunto con estas variantes genéticas es que son muy raras y las pueden poseer menos del 0,75% de la población. Además, una variante por sí sola no garantiza longevidad extrema. Usualmente es la combinación de varios de estos genes lo que incide para que alguien pueda superar los 100 años con buena calidad de vida.
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"Los datos del análisis de supervivencia apoyan la hipótesis de que la genética para una longevidad extrema es una combinación de variantes de genes (tanto comunes como raros) que consiguen que la gente sobreviva a edades más 'normales' –como los 80 o 90 años– y combinaciones específicas de genes poco comunes y raros que dan ventaja después de los 90 años", manifestó en un comunicado de prensa Paola Sebastiani, coordinadora del estudio.
¿Cómo se hizo el análisis?
Sebastiani y sus colaboradores revisaron cuatro investigaciones que ya habían estudiado la genética de la longevidad: el New England Centenarian Study (NECS), el Long Life Family Study (LLFS, que tomó en cuenta una sola línea familiar donde había varios centenarios), el Estudio de Centenarios del Sur de Italia y el Proyecto de Genética de Longevidad. En total, estos cuatro reportes analizaron a 2.070 personas.
Estos estudios ya habían definido algunos genes de longevidad, pero no todos coincidían, por lo que los investigadores decidieron profundizar.
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Posteriormente, los científicos tomaron la edad del 1% más longevo de quienes nacieron en 1900. El promedio entre hombres era de 96 años, y entre mujeres, de 100 años.
Se analizaron dos tipos de genes: los que les daban a los individuos un envejecimiento más lento y una mayor supervivencia de las enfermedades consideradas de "adultos mayores", y los que pudieron proteger, de una forma muy fuerte, a la gente de morir durante su infancia y juventud.
Dentro del estudio se hallaron casos de sujetos que sobrevivieron a males que mataron al 99% de quienes los padecieron en su momento.
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"Estas personas podrían tener variantes protectoras que son más fuertes que la misma enfermedad y eliminaron su efecto", cita el estudio.
Al final, 37 genes en los cromosomas 4, 7, 12 y 19 tenían estas características. A estos se les sometió a un análisis aún más riguroso.
Aunque –hasta el momento– solo dos genes mostraron tener poder sobre la longevidad extrema, sí hay algunos alelos (variantes) que tienen función protectora contra algunas enfermedades.
Por ejemplo, las variantes rs7185374 (cromosoma 16) y rs2008465 (cromosoma 2) fueron encontradas como protectoras de males cardiovasculares e hipertensión.
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Propósito
¿De qué sirven estos análisis si no podemos cambiar los genes con los que nacemos? Los científicos añaden que los estudios ayudan a comprender mejor por qué unas personas (y no otras) sí superan los 100, 105 o 110 años.
En un futuro, investigaciones como estas podrían facilitar tratamientos médicos que potencien los beneficios de algunos genes y aminoren los aspectos negativos.
No obstante, los investigadores están convencidos de que este tema merece aún más investigación, pues no se duda de que poco a poco se irán encontrando otras combinaciones genéticas en los centenarios.