Sí, se trata de un virus muy agresivo y mortal, pero también es uno de los más difíciles de contraer.
La única forma en que una persona puede enfermar de ébola es si entra en contacto directo con la sangre, saliva, sudor, semen, mucosidad o cualquier fluido de un paciente (o animal) que tenga la enfermedad y presente los síntomas, o que lleve menos de 10 días de haber muerto por esta causa.
No hay transmisión si la persona estornuda cerca suyo –como ocurre con quienes tienen algún virus de gripe–; tampoco hay contagio a través del agua –como sí sucede con algunos virus de diarreas–.
Entonces, ¿por qué este mal ha causado tanto revuelo? La respuesta: su letalidad. Para especialistas en virología y salud pública, el virus del Ébola mata entre el 50% y el 90% de las personas que lo contraen, en contraste con una gripe o diarrea que mata a menos del 2%.
“La gente que se ha contagiado en España y EE. UU. solo tuvo contacto directo con instrumento médico con el virus o con los fluidos del paciente”, afirmó Christian Marín, costarricense con un doctorado en Virología Molecular, quien estudió por siete años otros virus similares al del Ébola.
El porqué de la epidemia. Marín dijo que hay factores que explican por qué en África la epidemia es tan fuerte, sobre todo en Liberia, Sierra Leona, Nigeria y Uganda.
“Los primeros casos se dieron en diciembre del año pasado, pero la alerta de epidemia se decretó hasta marzo de este año; en esos meses, los enfermos no estaban aislados y entraban y salían del país; por eso se fue a países vecinos”, explicó el especialista.
El trasfondo cultural también pesa mucho en esas naciones. En los países donde la enfermedad ya es epidemia, muchos pobladores acostumbran lavar y abrazar a sus muertos. Esto aumenta las posibilidades de contacto con sangre del recién fallecido, lo que incrementa la probabilidad de contagio.
Por otro lado, las comunidades desconfían de la medicina occidental y prefieren la brujería o magia. En estos sitios, las personas creen que el ébola es un complot o invento de “los blancos”. Para ellos, ir al hospital es garantía de muerte.
Agresividad. Aunque se ve lejana la presencia de esta enfermedad en el país, los especialistas concuerdan es que sí es necesaria una alerta tipo preventiva, dada la agresividad de este virus.
María Ethel Trejos, directora de Vigilancia de la Salud, del Ministerio de Salud, comentó que una de las habilidades de este patógeno es que “engaña” y puede entrar al organismo humano sin que este se percate de la infección.
“Va directamente a los macrófagos, células del sistema inmunitario, y ahí comienza a multiplicarse muy muy rápido y afectar otros órganos; para cuando el cuerpo detecta la infección, ya está muy esparcida”, explicó Trejos.
David Loría, doctor en Virología del Centro de Investigación en Enfermedades Tropicales (CIET), de la Universidad de Costa Rica, describe la fiereza del virus:
“Nuestro sistema de defensa no sabe cómo controlar a este microorganismo; no hemos coevolucionado (adaptarse el uno al otro hasta que se logre la convivencia), pero, en el intento, libera todo el arsenal inmunológico que a fin de cuentas se vuelve un arma de doble filo y nos causa daño”, manifestó.
“Este daño se conoce como fiebre hemorrágica: una inflamación exacerbada en todo el cuerpo, con pérdida de fluidos, diarreas, vómitos, dolores abdominales, y sangrados en mucosas”, añadió.
Por esta razón, son necesarias todas las medidas preventivas. Aunque es muy difícil su ingreso al país, se requiere tener un protocolo contra la enfermedad y mantener aislados los posibles casos.
También es vital que la población esté bien informada.
“Educación, educación, educación a todos los niveles. Con solo seguir las normas y protocolos de protección, leerlas, aprenderlas, implementarlas y ser vigilante de que la gente alrededor las cumpla, se controla el brote”, apuntó Loría.
Posibles mutaciones. Una preocupación latente es que el virus mute y que su transmisión sea más fácil.
Pero, aunque todos los virus mutan, los virólogos afirman que es sumamente difícil que alguno mute de manera que la consecuencia sea un contagio mucho más eficaz.
“Las mutaciones están allí, pero cada mutación solo será ventajosa si encuentra condiciones que le permitan preservarse. Por ejemplo, el virus de influenza aviaria, para el cual se teme su transmisión persona a persona, lleva más de 20 años trasmitiéndose en millones de aves y aún no ha logrado mutar y transmitirse de forma sostenida de persona a persona”, dijo Loría.
Marín comparte esa opinión: “Un virus podrá mutar para hacerse más agresivo, pero es muy difícil que mute en su forma de transmisión. Como ejemplo está el VIH, que en más de 30 años tiene la misma forma de transmisión”, indicó.
El experto asegura que, con estas condiciones, un virus como el chikunguña es de mayor cuidado pues el mosquito que lo transmite sí está en el país y su forma de contagio es más simple.