El naturalista danés Anders Sandoe Oersted reportó en 1863 grietas por donde salían humo y vapores, mientras que el viajero Karl Hoffmann describió una columna de humo que se elevaba a gran altura y se veía desde el Irazú.
Alexander von Frantzius, también naturalista, manifestó ver “fogatas que salen del volcán” y, su colega, Henri Pittier, relató que la ceniza expulsada por el Turrialba llegó a San José, Grecia y Atenas.
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¿Se le hace conocido? Pues el volcán se comporta de manera similar a su anterior periodo eruptivo, que data de 1864-1866 y, con base en esto, los vulcanólogos han proyectado dos posibles escenarios: dos años más de ceniza o erupciones de siete kilómetros de alto.
“De lo poco que sabemos, el comportamiento del volcán fue muy similar en 1864 y, además, dado que los aportes de magma son pequeños, lo más que se puede esperar es una erupción vulcaniana. Aunque lo mostrado hasta ahora son erupciones pequeñas, tipo estrombolianas, que no alcanzan más allá de seis kilómetros de altura”, comentó Javier Pacheco, sismólogo volcánico del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori-UNA).
En concordancia con lo dicho por Pacheco, uno de los escenarios que describe Raúl Mora –vulcanólogo del programa Preventec, de la Universidad de Costa Rica (UCR)– consiste en una serie de erupciones estrombolianas, cuya columna se eleve entre dos y cinco kilómetros, con una o dos erupciones vulcanianas (columnas entre cinco y siete kilómetros de altura).
“Después de la vulcaniana, es probable que vuelva a reposo. Ojalá sea así”, dijo Mora.
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Otro escenario posible es que el volcán siga con emanaciones de ceniza, que podrían extenderse entre dos y tres años más. Luego, entraría en reposo, sin haber tenido una gran erupción.
“A partir de la información que nos dan los materiales que han salido del volcán, parece que el Turrialba prefiere algo más tranquilo.
”Es una molestia para todos (por la cantidad de ceniza), pero no es una catástrofe”, destacó Geoffroy Avard, quien es investigador y realiza los análisis de materiales volcánicos (ceniza y rocas) en el Laboratorio de Petrología del Ovsicori.
Hasta ahora, el material volcánico del Turrialba, expelido entre los años 2010 y 2016, es muy parecido al de 1864.
Al respecto, Avard maneja dos hipótesis: puede tratarse del mismo material que hace 150 años no logró salir, o el magma nuevo ha tenido la misma evolución que en 1864-1866.
Relatos de viajeros. En parte, los vulcanólogos elaboraron estos escenarios a partir del análisis de documentos históricos, que datan del siglo XIX.
Investigadores de la UCR y el Istituto Nazionale di Geofisica e Vulcanologia de Italia (INGV) concluyeron que en esa época, el Turrialba también demoró 20 años en despertar.
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Dichos escritos, reseñados en un estudio publicado en la Revista Geológica de América Central en el 2015, reportaron retumbos, desgasificación, aparición de fumarolas, plumas de gases visibles a kilómetros, así como gases azulados, incandescencias y erupciones de gases.
“El volcán Turrialba se caracteriza por periodos largos de desgasificación y un aumento paulatino en su despertar (...). La historia previa a la erupción magmática de 1864-1866, marca una evolución paulatina de al menos 20 años. El volcán fue cambiando, sus temperaturas subieron, aumentaron la lluvia ácida, el escape de gases y las erupciones freáticas (gases y ceniza)”, señalaron los autores.
Gracias a esos relatos de viajeros, los investigadores calcularon que la ceniza se desplazó a una distancia de hasta 115 kilómetros, cubriendo un área de 3.400 kilómetros cuadrados.
Los científicos compararon ese dato del área afectada con información demográfica actual y concluyeron que una erupción como la de 1864 afectaría al 56% de la población.
La ceniza caída entre 1864 y 1866 afectó a 40 cantones de Cartago, San José, Heredia, Alajuela, Limón y Puntarenas.
“Una erupción de ese tipo, podría afectar ahora a 22 hospitales, 64 clínicas, 28 estaciones de bomberos y 1.370 centros educativos”, detallaron los investigadores.
¿Es posible una gran explosión? A la fecha, no ha habido salida de lava en estado viscoso. La expulsión de magma ha sido en forma de rocas y ceniza.
En cuanto a la ceniza, está compuesta entre 20% y 25% por material juvenil, dice Mora.
“Pero eso podría cambiar y haber un ascenso rápido de un cuerpo magmático mayor”, advirtió Pacheco.
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“El Turrialba tiene capacidad de generar erupciones subplinianas (que se elevan hasta 20 kilómetros de altura). Ha sido un volcán muy activo y peligroso , su magma trae consigo mucho gas y eso produce su explosividad”, dijo Pacheco.