“Nada más esfuércese y estudie porque uno no sabe las vueltas que da el mundo”, contestó sin mucho rodeo María Jerónima Rojas Montero cuando su pequeña de siete años, Sandra María, le contó que quería ir a la Luna.
La niña recién había visto al astronauta Neil Armstrong y al Apolo 11 pisar el satélite terrestre en una transmisión televisiva que acaparó la atención de 530 millones de personas en el mundo. El alunizaje y la conversación entre madre e hija sucedieron el 20 de julio de 1969.
El evento masivo incluyó a la pelota de gente que se armó en casa de uno de los pocos vecinos con tele en aquellos años, en un sector de Hatillo, en San José. Ahí fueron a dar María Jerónima y sus tres hijos para ver la transmisión
La chiquilla quedó impresionada por el alunizaje. Sin embargo, según reconocería muchos años después, lo que la marcó todavía más fueron las palabras de su madre, las cuales ella ha seguido al pie de la letra desde entonces.
Tal y como lo pronosticó María Jerónima, el mundo ha dado muchas vueltas.
Su niña de 7 años hoy es una mujer de 55, que ha escalado posiciones a punta de mucho esfuerzo, estudio y trabajo en la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA).
Desde mayo del 2016, es la subdirectora de la División de Ciencias Terrestres de la NASA , responsable de investigar los cambios físicos del planeta Tierra con satélites.
Esas investigaciones incluyen la transformación de los casquetes polares por el cambio climático y el estudio de la topografía marina.
Poco antes de ese nombramiento, dirigió y participó en el diseño, construcción y lanzamiento del satélite MAVEN, responsable de recoger evidencia científica de posible vida en el planeta rojo.
Dejó atrás sus dos primeros nombres: Sandra María Molina Rojas, y Sandra Alba Rojas. Adoptó el de su marido, y hoy se le conoce como Sandra Cauffman.
La suerte de lo difícil
María Jerónima fue mamá soltera y la vio difícil para criar a sus chiquitos.
Así que llegar a la NASA no fue sencillo para su hija, una joven que trabajó y estudió al mismo tiempo para seguir el consejo de su mamá: esfuércese y estudie mucho.
Egresada de la Escuela República de Paraguay, en Hatillo, y del Liceo Luis Dobles Segreda, en San José, Cauffman ingresó a la Universidad de Costa Rica (UCR), donde inició estudios en ingeniería industrial, aunque su deseo era formarse como ingeniera eléctrica.
Con beca diez (sin pagar matrícula y con beneficios, como el uso del comedor estudiantil), y tocando puertas, consiguió una beca a Estados Unidos en 1983.
Casi una década después, y con títulos en Ingeniería Eléctrica y Física, empezó a trabajar en la NASA el 11 de febrero de 1991.
Actualmente, suma casi tres décadas de exitoso trabajo y es una de las cinco hispanas que ejercen algún alto puesto.
Ahí ha brillado. En el 2008, obtuvo la Medalla al Logro Excepcional, y en el 2014, recibió la Medalla al Liderazgo Extraordinario.
En su cargo actual, contó en una entrevista, trabajará al lado de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos para seleccionar las misiones más importantes que estudiarán la Tierra.
En un encuentro con jóvenes, con quienes disfruta mucho estar, comentó: “En la vida a uno a veces le toca tomar decisiones difíciles, pero se trata de seguir nuestras pasiones y, en definitiva, seguir al corazón”.