Giselle Tamayo es la primera mujer en ocupar la presidencia del Consejo Nacional para Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicit).
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Es química de profesión con un doctorado en Ciencias Naturales. Tiene una trayectoria destacada como científica y gracias a su trabajo se han descubierto nuevos compuestos en la biodiversidad costarricense, que podrían derivar en fármacos. Además, es catedrática de la Universidad de Costa Rica (UCR) y miembro de la Academia Nacional de Ciencias (ANC).
Ella sabe lo que implica ser mujer dedicada a la ciencia. Para Tamayo, los esfuerzos por aumentar la representatividad de las mujeres en ciencia y tecnología así como la paridad en estos campos tiene que ver con cambios culturales y educativos.
Con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, Tamayo compartió sus ideas al respecto con La Nación.
– ¿Cuán importante es para un país que su población femenina incursione en ciencia y tecnología?
– Es importantísimo. Si vemos el papel de la mujer en la sociedad y en la familia, ella tiene muchísima relevancia en la educación de los hijos y si carece de sensibilidad hacia la ciencia, esto se transmite a los niños.
"Desde cualquier posición que se tenga, es muy importante trabajar para que a la mujer se le incluya en el progreso de la ciencia y la tecnología en Costa Rica".
– ¿Cómo incluir a la mujer científica en el ámbito productivo cuando la brecha salarial es amplia?
– Es todavía más dramático. La incorporación de la mujer desde el punto de vista productivo también es muy importante porque hoy en día ya no existen familias donde solo trabaja el papá, sino que la mamá también tiene que trabajar.
"El hombre tiene que preocuparse porque su esposa también tenga su mismo nivel de reconocimiento, esta es una situación que se debe revertir, una lucha difícil que se debe dar. Además, hay que tomar en cuenta que también es muy frecuente encontrar hogares en donde la mujer es jefa de hogar. ¡Tiene que hacerlo todo!
"Creo que las nuevas generaciones vienen con una mentalidad diferente, creo que entre el hombre y la mujer hay más respeto con todas las diferencias que puedan existir y tienden a ser más inclusivos, más solidarios entre sí. Tengo esperanzas de que en el futuro esta situación cambie".
– ¿Cómo han contribuido las mujeres al desarrollo científico en Costa Rica? ¿Qué nos perderíamos sin mujeres en ciencia?
– Esta es una pregunta difícil porque hay que saber medirla. Creo que, a la mujer, por su forma de ser, no le gusta mucho "cacarear" sus logros, con esto quiero decir que no se promociona tanto como se promociona el hombre. Cuando el hombre logra un éxito, lo conoce todo el mundo y cuando la mujer logra un éxito lo conoce, si acaso, su familia.
"Es difícil contextualizar cuál ha sido el aporte. Si lo medimos en términos de los premios nacionales, estamos en una deuda terrible con la mujer. Si lo medimos en función del número de doctorantes, estamos en una deuda también muy grande.
"Hace aproximadamente tres años, la oficina de Asuntos Internacionales de la Universidad de Costa Rica (UCR) se manifestó muy preocupada porque, en el área de ciencias básicas de dicha universidad, la mayoría de los candidatos que optaban por becas en el extranjero eran hombres, y aún siguen siendo hombres.
"Parece que este sigue siendo un problema de las bases. Nosotros cuando decimos ciencia y tecnología tendemos a mirar a las universidades, pero creo que tenemos que empezar a mirar a las escuelas, colegios y al contexto de la sociedad".
– En ese sentido, ¿cuáles son los retos?
– El Ministerio de Educación Pública (MEP) coordina con algunas facultades de universidades públicas para construir sus programas de educación. Sin embargo, uno de los retos más importantes está en lograr que el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones (Micitt) y el mismo Conicit tengan mayor vinculación con los programas de ciencias que realiza el MEP, procurando que estos sean más actualizados en lo que tiene que ver con ciencias básicas.
"En los años sesenta y setenta, que fueron muy fructíferos en Costa Rica, la UCR estuvo muy abierta hacia la enseñanza secundaria y creo que ahora, las cinco universidades públicas deberían abrirse un poco más hacia los colegios del país y de esta manera ir incrementando el conocimiento científico del hombre y la mujer, y principalmente luchar por eliminar los muros que indican que la mujer no puede lidiar con la matemática o con la química".
– ¿Cómo se puede motivar a las niñas a seguir vocaciones científicas?
– Creo que existe un componente psicosocial muy importante, que no debemos ignorar los científicos. Cuando nosotros estamos en las aulas universitarias y vemos llegar a los muchachos y muchachas, vemos que hay un cambio generacional muy grande, con lo que usted llamaba la atención de un estudiante hace cinco años, no lo hace hoy y eso aplica tanto para muchachos como para muchachas.
"Entonces, ¿cómo motivar a las niñas y también a los niños? Creo que tiene que gustarles lo que se les va a enseñar. Si no logramos que amen la ciencia, nunca va a haber motivación".
– Entonces, ¿tiene que ver aquí la pedagogía?
– No solamente se debe transmitir el conocimiento a una niña para que se maraville sobre algo que era desconocido para ella, sino también deben descubrirse sus talentos.
"Creo que uno de los problemas básicos de nuestra educación es que se alejó del descubrimiento de talentos para focalizarse en una enseñanza estandarizada.
"Tenemos que dotar a nuestros maestros y a nuestros profesores de secundaria de las habilidades para descubrir los talentos de los niños y las niñas y, en la medida de que existen estos talentos, así se puede transferir conocimiento.
"Las teorías de las inteligencias múltiples se han tratado de aplicar mucho a nivel universitario. Sin embargo, creo que es crítico aplicarlas en los primeros años de enseñanza del niño y la niña. Creo que de alguna manera tenemos que entrenar a nuestros maestros para que vuelvan a descubrir los talentos de los estudiantes".