¿Ya se puede medir científicamente la intuición? La respuesta es sí. Y se pone mejor, porque se puede hacer gratis desde un sitio web.
Se trata del proyecto Pulse, mediante el cual, los científicos del Media Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) se las ingeniaron para medir las impresiones de las personas sobre barrios y ciudades.
La idea es entender cómo estas percepciones inciden en el comportamiento y calidad de vida de sus habitantes.
“La desigualdad en una ciudad no solo se da porque haya ricos y pobres, sino también por la forma como se sienten las personas que viven en lugares lúgubres o llenos de ruido visual. Es muy difícil sentirse pobre por el Central Park o sentirse seguro en las favelas”, dijo a La Nación , el científico César Hidalgo .
“Y es que la desigualdad de ingresos es invisible si está en una cuenta bancaria, pero si se expresa en activos, como casas y automóviles, se convierte en experiencia”, añade el egresado de la Universidad de Notre Dame y de Harvard.
Por eso mismo, el fundamento del estudio es claro: al mundo le urge que las emociones sean incluidas (al mismo nivel de la producción) en las discusiones socioeconómicas y de desarrollo de un país.
Entonces, surge un problema básico: cómo conseguir que estas emociones sean cuantificables, corroborables, y especialmente, legítimas para discutirlas entre tomadores de decisión, que dispondrán de muchos y muy buenos.
Fue entonces cuando Hildalgo y otros científicos del MIT se aventuraron a probar si era posible mapear la intuición ciudadana sobre los diferentes barrios, con la ayuda de la tecnología colaborativa; es decir, desde un sitio en Internet.
Por la afinidad de los investigadores se seleccionaron cuatro ciudades (Nueva York y Boston [EE.UU]; Linz y Salzburgo [Austria]) y miles fotografías georreferenciadas de cada una de ellas. Estas fueron tomadas del servicio Google Maps. A continuación, invitaron a usuarios a visitar un sitio web donde se le mostraban una serie de imágenes de dos en dos.
Acto seguido, la persona debía votar dando clic a la imagen que mejor describía el atributo cualitativo por el cual se preguntaba.
Así, ante dos fotografías de dos barrios distintos, al usuario se le proponía: ¿cuál de estos sitios le parece más seguro?, ¿cuál le parece de clase social más alta? y ¿cuál más exclusiva?
A cada pregunta se respondía con un clic sobre la foto.
Los resultados de estas comparaciones entre fotografías georreferenciadas permitieron asignar puntuaciones del 1 al 10 a cada atributo, según su localización.
Hallazgos. Tras el análisis de este plan piloto, los científicos celebraron su metodología y algunos de sus hallazgos preliminares con un estudio en la revista Plos One .
“Tenemos ahora dimensiones que estaban escapando a las mediciones tradicionales fuera del alcance de un censo”, dijo Hidalgo.
Haciendo un cruce con otros datos, se confirmó que existe gran coincidencia entre puntuaciones sobre inseguridad para los barrios de Nueva York y la cantidad de delitos violentos en esa metrópoli.
Se halló también que las percepciones de si un sitio es seguro se polarizaron más en las ciudadades estadounidenses, en comparación con las austríacas.
Nótese que para filtrar sesgos en estas impresiones (entre estadounidenses, europeos, jóvenes o adultos), los investigadores hicieron cruces aleatorios por edad, género y procedencia.
“Encontramos cosas curiosas, como que la edad no está determinando las percepciones ni el género”, destacó Hidalgo.
Hora de participar. La diversión apenas comienza. La herramienta ya está disponible para cualquier persona que quiera brindar sus percepciones de 56 ciudades del mundo desde el sitio pulse.media.mit.edu.
“No tienen que conocer las ciudades necesariamente, solo responder con sus intuiciones. De hecho, ni se dice el nombre de la ciudad”, detalló el científico chileno.
Desde el sitio también se evaluarán con dúos fotográficos las nociones de seguridad, riqueza material, alegría, tristeza y aburrimiento, susceptibles de atribuir a un sitio.
La esperanza de Hidalgo y sus colegas es que el tipo de datos apoye, con información de los propios ciudadanos, la toma de mejores decisiones políticas en las ciudades.
Con apoyo de estos datos y mapas, los políticos e investigadores podrían reconocer cómo la apariencia de ciertas ciudades incide en las vidas de quienes viven allí, o las percepciones de quienes solo están de visita. Quizás, incluso, las decisiones culminen en más recursos de embellecimiento urbano e infraestructura, como calles y aceras en óptimo estado, más parques o simplemente hundir el cableado eléctrico en la tierra.
En algunos lugares, concluyó el científico chileno Hidalgo, para que quienes estén allí, convendría más la inversión en la estética del sitio que en seguridad.