Ni Crucitas, en Cutris de San Carlos, los montes del Aguacate o las minas de Las Juntas de Abangares tienen tanto oro como el que se concentra en la península de Osa, especialmente en el Parque Nacional Corcovado.
Desde el punto de vista geológico, Osa no solo es la zona del país con más cantidad estimada de ese metal en sus tierras, sino también donde es más fácil extraerlo.
Lo anterior lo revelan diversos estudios de geólogos nacionales que han investigado el tema y documentado la historia de esta península tan particular.
Desde tiempos precolombinos hasta la actualidad, se calcula que en Corcovado y alrededores se han sacado unas 20 toneladas de oro, explicó el geólogo Guillermo Alvarado Induni, del Centro de Investigaciones Geológicas de la Universidad de Costa Rica (UCR).
A manera de ejemplo, entre 1981 y 1989 se sacaron de Corcovado 146.000 onzas troy de oro (unidad de peso usada solo en joyería, orfebrería y numismática)por año (4.526 kilogramos), mientras que para todo ese mismo periodo se extrajo en los montes del Aguacate y Tilarán tan solo 58.000 onzas troy (1.798 kilogramos), el 39% de lo hallado en Osa. Toda esa cantidad de oro fue de 24 quilates, “oro puro”.
Eso hace de Corcovado –y de Osa en general–, una de las zonas más ricas en oro que ha habido y hay en Costa Rica, aseguró Alvarado.
Este geólogo y su colega, Gerardo Soto, de la Red Sismológica Nacional (RSN), sostienen que hay divergencias sobre la procedencia del oro –algunos dicen que llega desde la cordillera de Talamanca; otros, que es de formación local–; sin embargo, ambos confirman la existencia de grandes depósitos.
En ese contexto, no es difícil comprender las razones de la nueva “fiebre del oro” que se ha desatado en el parque nacional.
Allí, las autoridades del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) calculan que hay una invasión de unas 250 personas para extraer oro ilegalmente, a las que se les suma un número no estimado de personas oreando fuera del parque.
Precisamente es esa actividad la que tiene en jaque a Corcovado, que ve amenazada su biodiversidad y ecosistemas por el daño ambiental y la contaminación que dejan los oreros a su paso.
Lugar casi único. Lo que diferencia Corcovado de otras zonas del país donde hay oro, es que allí el metal se obtiene en pepitas –conocido como oro aluvial o de placer–.
Esas pequeñas piezas de oro son las que van dar al fondo de los ríos; es decir, los sitios donde los oreros concentran su trabajo.
La mayoría son pequeñas piezas de algunos gramos de peso, aunque en esa región se halló la pepita más grande del país: 7,7 kilogramos de oro puro. Parte de ese ‘ejemplar’ está en el Museo de Oro del Banco Central de Costa Rica.
Según dicen, esa pepita se halló, en fecha sin precisar, en la isla Violín, al norte de la península de Osa.
Eso es lo que diferencia el sur de otras zonas. Por ejemplo, en Crucitas –zona norte del país–, el oro está diseminado en las rocas y eso hace necesario minarlo (llevar acabo varios procesos industriales y químicos para obtenerlo). En Corcovado, por el contrario, bastan unas horas de orería y, con algo de suerte, el oro estará en la palma de la mano.