No estaba muerta ni andaba de parranda. La rana arlequín ( Atelopus varius ) dejó de ser vista en territorio costarricense desde 1996, pero 12 años después regresó a su hogar ataviada con su característico traje anaranjado y negro.
Esta especie – que se consideraba casi extinta –fue redescubierta en los bosques de Talamanca por un equipo de científicos encabezado por el biólogo colombiano-costarricense José González Maya.
Si bien el hallazgo se hizo en el 2008, fue hasta ahora que los investigadores publicaron su estudio el cual confirma la reaparición de una especie considerada “en peligro crítico de extinción”, según la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
“En noviembre del 2008 durante un estudio de campo rutinario descubrimos una población de más de 200 individuos de Atelopus varius en la reserva forestal Las Tablas en San Vito de Coto Brus”, reveló González.
Luego del hallazgo los especialistas realizaron tareas exhaustivas de observación y monitoreo desde el año 2008 hasta el 2012 .
“Logramos determinar que la población no solo tiene un tamaño considerable sino que además ha perdurado durante esos cuatros años y se está reproduciendo por lo que presenta altas probabilidades de sobrevivir”, declaró el biólogo quien es el director científico del Sierra to Sea Institute.
Un pasado trágico. De todos los vertebrados, los anfibios son los que han sufrido las disminuciones más dramáticas de sus poblaciones en las últimas décadas.
Una investigación publicada en la revista Science en el 2010 reveló que el 31% de las especies de anfibios en todo el planeta está en peligro de extinción.
En el caso de Costa Rica, las poblaciones de la rana arlequín comenzaron a disminuir bruscamente en las décadas de los 80 y 90.
Otro estudio publicado en enero del 2006 en la revista Nature y encabezado por el investigador Alan Pounds atribuye la desaparición de la rana arlequín y el sapo dorado Bufo periglenes en Monteverde a un hongo patógeno llamado Batrachochytrium dendrobatidis .
Este hongo se reproduce en el agua por medio de esporas y al adherirse a la piel de los anfibios causa infección, asfixia y luego la muerte.
Además de la propagación de este hongo existen otros factores que se conjugaron para diezmar las poblaciones de ranas arlequín: el cambio climático, la contaminación, la deforestación –con su consecuente pérdida de hábitats– presencia de especies introducidas y el tráfico ilegal de especies.
González destacó que esta población fue hallada a una altura aproximada de 1.300 metros, un territorio en donde el hongo atacó con mayor agresividad.
“Es increíble que una población de Atelopus varius haya reaparecido en un área en donde hubo una disminución significativa y más sorprendente aún que esté sana, es decir, sin rastros del hongo”, declaró el biólogo.
Los científicos barajan dos posibles teorías con respecto a la reaparición de esta especie de anfibios.
“La primera es que algunas poblaciones ubicadas a alturas superiores al cauce de los ríos, en donde se extendió la infección, permanecieron aisladas y no entraron en contacto con el hongo. Luego de que este desapareció esas poblaciones están recolonizando el área”.
El estudio científico detalla, además, que dado a que las poblaciones de ranas en las cercanías de los cauces se extinguieron no se tiene claro si el hongo logra sobrevivir en el ambiente una vez que está fuera del organismo huésped, es decir los anfibios.
La segunda hipótesis sugiere que se produjeron cambios biológicos en las especies de modo que desarrollaron resistencias a las infecciones provocadas por el hongo.
La investigación se publicó en la revista Amphibia-Reptilia.