Para comprender una historia, es necesario conocerla desde el inicio. Esto se aplica tanto a una novela como a una cadena alimentaria.
Decime qué comés y te diré quién sos. Un joven científico costarricense se tomó esta tesis en serio y la llevó hasta la Isla del Coco.
Allí, Jeffrey Sibaja, de solo 33 años, se dio a la tarea de identificar las bases sobre las que descansa la dieta de las especies marinas más grandes allí, como los tiburones.
Así, Sibaja se dispuso a estudiar pequeños organismos invertebrados, entre ellos moluscos como el cambute, crustáceos como cangrejos y otras especies más pequeñas.
Su “obsesión” por investigar estas especies de la Isla del Coco, le valió ayer a Jeffrey Sibaja, un académico de la Universidad de Costa Rica, el premio TWAS/Conicit para científicos jóvenes 2013.
El biólogo analizó la arena y las rocas marinas en busca de microorganismos que pudieran narrar la historia biológica de la Isla con elementos de gastronomía animal.
“Aunque no se pueden ver a simple vista, estos organismos tienen biomasa que será consumida por peces que, a su vez, serán comidos por tiburones. Es uno de los eslabones base de la cadena alimentaria”, señaló Sibaja.
Este premio lo otorgan el Consejo Nacional para Investigaciones en Ciencia y Tecnología (Conicit) y la Academia de Ciencias para el Mundo en Desarrollo (TWAS, por sus siglas en inglés). La primera aporta $1.000 y la segunda $2.000.
Protección. El académico señala que la presencia de estos microorganismos pueden dar luz a cómo desarrollar mejores planes de gestión de sedimentos, arena y rocas.
Uno de los puntos altos de su trabajo es que logró identificar muchas especies que antes no se habían encontrado en la Isla o en Centroamérica. Del total de organismos identificados, el 28% son nuevos en la zona.
Incluso, Sibaja descubrió dos especies: Caecum cocoense , un molusco que puede verse a simple vista, y Cocotanais puravida , un crustáceo que solo puede verse con lupa.
El biólogo no descarta más hallazgos conforme analizan más material que tiene en estudio.
Fomento. Uno de los objetivos que tiene el premio TWAS/Conicit es reconocer el trabajo que hacen investigadores ticos en nuestro país, quienes eligen permanecer en Costa Rica en vez de buscar fortuna en otras tierras.
A esto, el Conicit lo llama la “capacidad endógena” de producir ciencia. Es decir, evitar la fuga de cerebros a otros países y lograr que permanezcan investigando acá.
“Desde que estaba haciendo el doctorado en la Universidad de Vigo, tenía claro que quería hacer la tesis aquí en Costa Rica”, apuntó Sibaja, a quien el jurado le reconoció también la cantidad de publicaciones en medios especializados que tiene.